martes, 18 de agosto de 2009

Solidario

Aprovechando el hilo que lanza mariluigan os envío esto. Es cruel la realidad del mundo que nos ha tocado... ¿qué haremos para remediarlo?



Lo pequeño. Lo importante


Sonaba Guantanamera en la vieja radio, el calor insoportable parecía espesar el aire. En el techo un desvencijado ventilador de cuatro aspas acompañaba con su chirriante cadencia las notas que, adormecidas, como todo allí, flotaban hasta mis oídos.

No sabía qué hora podía ser, Guantanamera terminó y dejó paso al Qué será de José Feliciano, todo invitaba a seguir con el pesado letargo. Terminé mi vaso de ron, en España lo tomaría de noche, con hielo y limón, aquí lo tomaba a todas horas y a palo seco. Bueno, al principio lo tomaba con recuerdos, ahora ya lo tomaba solo, sobre todo los días que no funcionaba la radio que seguía deleitándose con José Feliciano igual que mis sentidos lo hacían con el licor, en este momento todo se mecía a ritmo de bolero.

No sé muy bien de dónde surgió una pareja y comenzó a bailar muy lentamente junto a la barra. Muy juntos los cuerpos, como uno sólo, seguían lánguidamente la melodía, El día que me quieras en versión instrumental nos transportó a los tres muy lejos de allí. Ellos se acariciaban mientras yo acariciaba la botella que tenía enfrente.

Inconscientemente volví a llenar mi vaso y bebí para espantar de nuevo mis dolorosos recuerdos, el calor de la tarde y el de la bebida hicieron brotar en mi frente un febril reguero de diminutas gotas que, al resbalar, se me metían en los ojos haciéndome llorar involuntariamente. Eso hubiese asegurado a quien me preguntara en aquel momento, pero nadie me preguntó, nadie me miraba, nadie más que yo apreciaba mi llanto.

Lloré mansamente, sabedor de mi anónima soledad, desahogué una vez más mi alma y las lágrimas empujadas por el alcohol corrían a su albedrío por mi cara y caían sobre la madera áspera de la mesa y desaparecían al momento en ella intentando quizás decirme con esa fugaz presencia la verdadera esencia de las cosas. Mis lágrimas: tan reales, tan dolorosas, tan importantes para mí, me demostraban lo equivocado que estaba al creerme el centro del universo.

Y me asaltó tu convencimiento de que las cosas grandes tienen un origen pequeño, te lo había oído tantas veces… Por fin lo comprendí. Me puse en pie, dejé unas monedas junto a mi vaso vacío y fui en busca de mi destino. En la radio el noticiario daba todos los detalles de tu muerte: “… Mariano Arroyo es el tercer misionero asesinado en lo que va de año…”

Descansa en paz, compañero.

2 comentarios:

  1. Este texto destila mucha ternura y, al mismo tiempo, dolorosos recuerdos. Las canciones tan nostálgicas nos trasladan a otras épocas, sobre todo "El día que me quieras"... La descripción de un entorno cubano en el que dices de beber para espantar dolorosos recuerdos, de no ser el centro del universo y la anónima soledad que se experimenta ante un dolor sofocado y no compartido. En este caso si que has compartido el dolor con todos los que te leen.
    Es verdad que la realidad del mundo es, a veces, dura pero es necesario abrir las puertas a la esperanza como lo ha hecho, con el testimonio de su vida, el Padre Arroyo.
    ¡Ánimo!
    Marilui.

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  2. Hay una frase que me encanta en la película Tierras de penumbra (dirigida por Richard Attenborough y protagonizada por Anthony Hopkins, Debra Winger)esta dice: "Leemos para saber que no estamos solos". Y yo creo que, a veces, sobre todo desde que existen estos medios de comunicación llamados blogs, también escribimos para sentirnos leídos y, por consiguiente, acompañados. Pero quiero expresar mi miedo aquí. Cuando yo concibo mis textos, los moldeo, los corrijo y los lanzo a la luz (como si fueran mis propios hijos) y cuando me los devolveis tamizados por vuestra percepción, siempre más veraz y sabia que la mía (no olvidéis que son mis hijos y esto me ciega) no termino de reconocerlos. Es como si en las palabras - que yo siempre prefiero llanas, sin dobleces ni florituras- se encerrasen, y esto es lo que me aterra, cientos de mensajes subliminales perceptibles todos y cada uno a múltiples frecuencias. a tantas como lectores lo contemplen.
    Es, en definitiva, como si en el mismo texto conviviesen muchas historias enmarañadas esperando que cada uno de los que vayan aproximándose a la madeja elija un cabo distinto.

    Gracias por estar al otro lado.

    Un saludo.

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