martes, 31 de marzo de 2009

EL CORZO. (Un cuento con moraleja implícita)


El pequeño Serafín era una mala bestia. Sus padres, conocidos nuestros de toda la vida, habían tirado la toalla y lo habían dejado por imposible, y eso que sólo tenía cinco años. Era el terror de sus compañeros de guardería, a los que tenía atemorizados. Un día escondía un ratón en el cabás de su compañera de pupitre, otro emborronaba todos los cuadernos de la clase con las témperas de las manualidades, otros rompía los lápices de colores y los escondía en el bolso de la “seño”; todas las maldades que una mente tan pequeña era capaz de imaginar, él las ponía en práctica, y sus padres no paraban de recibir notas de la directora del parvulario que les amenazaba con expulsar a tan díscolo alumno como precoz maleante.

Cuando creció, sus hazañas se extendieron al parque de la urbanización, a las calles aledañas y sobre todo a la escalera del bloque donde vivían. No paraban las bolsas de basura en los rellanos, el portero llegó a presentar su renuncia al presidente de la Comunidad porque no era capaz de limpiar todo lo que el niño ensuciaba, y sus padres tuvieron que asumir el pagar un sobresueldo al portero, cuando la comunidad convocó una junta extraordinaria monográfica para “buscar soluciones a la actitud del niño del 4º B” como único tema en el orden del día.

Habían probado con todos los castigos conocidos; su padre le había repetido cientos de veces que debía aprender de él que siempre había obedecido al suyo; acudieron a un psicólogo, por indicación mía, pero sin ningún resultado; incluso el médico de cabecera de la Seguridad Social les recetó unas pastillas para tranquilizarle, pero que sólo le daban un poco de somnolencia y cuando despertaba era mucho peor...

Creo que fue a su madre a la que se le ocurrió asustarle con el “corzo”. Como todos sabéis, el corzo es un mamífero cérvido rumiante, algo mayor que la cabra, de cola corta y cuernas ahorquilladas que por lo que dicen es de carácter manso y huidizo. Pues bien, nadie supo explicar por qué, pero al bueno de Serafín eso de que pudiese venir el “corzo”, le aterrorizó. Puede ser que en el subconsciente del muchacho quedasen reminiscencias atávicas de ancestros cazadores o que por su escasa formación confundiese el tímido corzo con un animal terrible y sanguinario, el caso es que desde ese momento, con tan solo amenazarle con la llegada del “corzo”, se convertía en el más dócil y obediente de los niños.Los padres estaban locos de contentos. Si iba a pegar a un niño: “¡Que viene el corzo!”, decían; si había cogido algo a sus compañeros, le hacían devolverlo con la amenaza de “¡Que viene el corzo!”, si regañaba con sus hermanos... “¡Que viene el corzo!”, si no quería estudiar, sólo tenían que decir: “¡Que viene el corzo!”.

Un día de aquellos fue su padre fue quien lo descubrió. La amenaza de “¡Que viene el corzo!” también podía servir para que Serafín hiciese todo lo que se les ocurriese mandarle: Tráeme el periódico, “¡Que si no, viene el corzo!”, hoy tienes que sacar la basura, “¡Que si no, viene el corzo!”, deja la pelota a tu hermanito, “¡Que si no, viene el corzo!”.Lo dicho, que el pobre Serafín se había convertido en el niño más bueno del mundo.
Pero... -siempre tiene que haber algún “pero”- como el niño se iba haciendo mayor y además se había convertido en un buen estudiante, un día descubrió que lo del “corzo” no tenía ningún sentido y que sus padres, además, se había valido de su ignorancia y de sus miedos irracionales para aprovecharse de él.

Y como nadie se había ocupado de hacerle comprender lo que era “bueno” y lo que era “malo”, ni explicarle cuales debían ser los principios éticos que debían regir su vida, porque el “corzo” se había convertido en la única referencia válida para dirigir sus actos, pensó que era el momento para volver a hacer todo lo que su cuerpo le pedía y su mente maléfica le dictaba.

Hace mucho tiempo que no veo a sus padres, aunque, como os he dicho, éramos conocidos de toda la vida, pero por lo que me dijo un vecino, Serafín está muy bien situado y es concejal de urbanismo en un pueblo de la costa del Sol.


Nota: El lector puede cambiar "corzo" por "hombre del saco", "infierno", etc. etc... y poner al protagonista como concejal en el pueblo de la geografía española que más le apetezca...

martes, 24 de marzo de 2009

V.- SESIÓN 20 DE MARZO. TEMA Y SENTIDO DE UN CUENTO


A menudo, después de leer un libro o ver una película, nos invade una sensación de tiempo perdido y nos preguntamos aquello de "¿y todo lo que nos has contado, para qué?" Es decir, cuál es el sentido que tiene el tema que toca, hacia dónde va todo el argumento y los personajes que ha construido. La verdad es que muchos libros y muchas películas no lo tienen y no porque no lo quieran tener, sino porque no han sabido trasmitirlo. Puede que hayamos estado entretenidos mientras la veíamos o la leíamos, pero, claro, también entretiene un culebrón venezolano o un partido de fútbol de un equipo de tercera. Aunque, desde luego, entretener es muy difícil y una tarea encomiable, parece que detrás de un buen texto siempre hay un sentido a cuya defensa o exposición van dirigidos todos los esfuerzos del escritor. Por supuesto que, seguro, a todos nosotros se nos están viniendo a la mente bastantes buenos cuentos, novelas o películas que no lo tienen, al menos, aparentemente. Es cierto, recuerda que lo que proponemos en el taller, sólo son unas bases sobre las que partir, no tienes que respetarlas porque no son infalibles ni únicas.
Bien, para aclarar qué es esto del sentido tenemos que empezar por distinguir cuatro conceptos que no son sólo exclusivos de la literatura.
EL TEMA: Asunto sobre el que habla el relato, p.e. el amor, la guerra, el poder…
SENTIDO: Todo relato es un texto indirecto, es decir, un texto que utiliza una situación, unos personajes, unas acciones para transmitir una idea, un enfoque concreto sobre el tema del que queremos tratar. Así, siguiendo nuestro ejemplo anterior, el tema sería el amor, pero el sentido podría ser que: el primer amor nunca se olvida, que el amor no es eterno, que el primer principio del amor es el respeto, etc. O si tenemos en cuenta el tema de la guerra, el asunto podría ser: En la guerra siempre pierden los más débiles, las guerras se hacen por dinero, etc. O el tema del poder, el sentido podría ser: El poder no da la felicidad, el poder corrompe a los individuos.
He intentado poner temas y sentido muy generales y bastante comunes a propósito, ya que en cuanto a los temas y a los enfoques o sentidos que se les quiera dar hay poco que inventar. Por lo tanto, será la forma en la que presentemos ese sentido y el modo en que desarrollemos el tema lo que nos permitirá aportar una mirada personal a asuntos que prácticamente están ya inventados.
La recomendación sobre cómo hallar el sentido de un cuento es bucear e investigar sobre tu propia experiencia (ya hemos visto en otras ocasiones que es la base de la imaginación y que, no sólo, hay que entender experiencia como aquello vivido por nosotros, sino también aquello que hemos visto, leído, que nos han comentado, etc.). Partiendo de nuestra propia biografía podremos hallar una mirada auténtica, verosímil; con ella y un poquito de "saber hacer" tenemos muchas posibilidades de que nuestro cuento salga adelante. Para muchos autores, escribir es ser fiel a uno mismo.
ARGUMENTO: Serie de hechos que ocurren a lo largo del relato; a través de ellos exponemos cuál es el conflicto que agita a nuestros personajes y cuáles son los actos o acciones que justificarán las reacciones de éste.
TRAMA: Forma en la que se organiza y expone el argumento. La más habitual es la de introducción (o presentación), nudo (desarrollo de las consecuencias y reacciones que provoca el conflicto) y desenlace (solución).
Teniendo todo esto en cuenta, el ejercicio para la próxima sesión del viernes 27 será escribir un cuento a partir (si es posible) de alguna anécdota graciosa, curiosa, dramática, etc. que te haya contado alguien o que tú hayas visto. Piensa siempre qué conclusión podemos sacar a partir de ella, qué visión se aporta sobre la vida en general o el amor, la amistad, el trabajo, la miseria, en particular. Pensemos que si la hemos recordado es porque nos viene a mostrar algo (un para qué, un sentido). Si no se te ocurre ninguna, escríbelo a partir de alguna que te haya sucedido a ti.

JUGAR CON EL LENGUAJE.

En la última clase del Taller literario de la Biblioteca, Milagros nos retó a jugar con el lenguaje, proponiéndonos unos ejercicios que me parecieron interesantes. Después, en su entrada en el blog, lo dejó claramente explicado, por lo que en mi entrada actual no considero necesario explicar el porqué de cada uno de los apartados: Como no pude asistir el día 13, os envio mis ejercicios:
COMPONER FRASES ADECUADAS PARA LOS SINÓNIMOS:
BLANCO, NIVEO Y ALBO.
El forro polar blanco de la muchacha apenas si se distinguía en aquel níveo paisaje invernal en que se había convertido la campiña, ayer reseca y árida, y ahora deslumbrante por el albo resplandor de la nieve que había caído durante toda la noche anterior.
COMER, INGERIR Y TRAGAR.
Aquella mañana su madre tardó demasiado en preparar la comida y cuando le llamó para comer, el hambre le hizo tragar los alimentos con unas ansias hasta ahora desconocidas. Su madre le regañó porque no eran esas las formas con que debía ingerir la comida un jovencito con la educación que él había recibido.
PIEL, EPIDERMIS, PELLEJO y CUTIS.
Desnuda, delante del espejo fue hidratando su cutis con la crema que había comprado en la farmacia. Toda la piel de su cuerpo estaba tersa después del largo y reconfortante baño de espuma que se terminaba de dar. Hoy había tenido tiempo hasta para aplicar la crema exfoliante en los pies y librarse de esos antiestéticos pellejos que a veces le aparecían en los talones. Cuando se empezó a vestir, el roce de la blonda de su ropa interior con su epidermis la trasportó a ensoñaciones, hasta ahora para ella, desconocidas.

INVENTAR PALABRAS:
El mensaje del móvil lo decía bien claro: "Donde siempre; cuando luciernagueen las bombillas, litronearemos hasta que empiece a lucear la mañana. Iremos embiciclados. Te esperan tus compadreros".
Luciernaguear: Encenderse. Tener luz, como las luciérnagas.
Litronear: Hacer la "litrona" con los amigos. Beber con los amigos y colegas.
Lucear: Empezar tener la luz.
Embiciclado: Montado en la bicicleta.
Compadrero: Más que compañero, compadre.

EXISTEN DOS NIVELES DE LENGUAJE: EL DESCRIPTIVO,
COMO: CAMISETA CON MANCHAS. ATASCO DE COCHES. AMANECER. DOLOR DE CABEZA. BOCA SECA. AMOR INFIEL.

Y el EXPRESIVO, Como, por ejemplo:
"No sabía cómo iba a justificar aquella camiseta llena de lamparones de barro. El viaje era corto pero parecía que todos los conductores se hubieran puesto de acuerdo para salir al tiempo a la carretera. Y además, los primeros rayos del sol hacían casi imposible la visibilidad de los que se dirigían al levante, lo que ralentizó más si cabe la marcha de los coches. Posiblemente fue el sol, o quizás que no había dormido la noche anterior, pero se encontraba francamente mal. Parecía que le iba a explotar la cabeza y su lengua que parecía de estopa reseca se le pegaba al paladar y, allí en el coche, no tenía una mala botella de agua que llevarse a la boca. Eso era lo que ella se decía, pero sabía en su interior que no era la verdad, al menos toda la verdad; la realidad es que él había estado con otra y ella lo acababa de descubrir después de espiarle toda la noche, escondida entre los setos, bajo la ventana de aquel chalet".

lunes, 9 de marzo de 2009

IV SESIÓN DE TALLER, 27 DE FEBRERO: EL LENGUAJE

Es evidente que el lenguaje es la plastilina imprescindible para construir un cuento. Doy por hecho que todos dominamos el lenguaje estándar con el que solemos comunicamos. Pero, sin embargo, escribir es algo más que comunicarse. De hecho, en todo enunciado literario siempre podríamos decir que hay dos funciones del lenguaje que debemos cuidar y separar: la meramente informativa y la expresiva. Habrá ocasiones donde prime la primera y otras muchas donde la segunda será realmente la que sobresalga y, hasta incluso, y de hecho así ocurre en las mayoría de las veces, las dos aparezcan y se complemente. Con la función expresiva es con la que consigo llenar de matices mis escritos, desarrollar un estilo propio, emocionar al lector y que empatice con mi personaje, y con la segunda es con la que consigo transmitir al lector la información necesaria para que la acción avance.
A menudo me gusta recordar que todos tenemos una imaginación que debemos cuidar para ponerla al servicio de nuestra escritura. Esto a veces asusta a la gente porque hay quien cree que no tiene una gran imaginación, incluso hay quien dice de sí mismo que no tiene imaginación ninguna. Esto es un error. La imaginación es propia del ser humano, como la risa, o la capacidad de razonar. Oí una vez a Mateo Díez hablar de que los elementos imprescindibles de la imaginación no son otros que la experiencia, la observación y la memoria que nos permita recrear esta experiencia que, no sólo, será de aquellas cosas vividas, sino también de las leídas, oídas, etc. Sin memoria no hay imaginación; y sin la observación y la experiencia nuestra memoria no se enriquece. Por otro lado, recuerda que la forma tangible de traer esa memoria al mundo de la literatura es a través del lenguaje. Aquí tenemos que tener en cuenta que cuando hablamos o escribimos, en realidad, no "describimos" el mundo de una manera totalmente objetiva, sino que lo "recreamos", es decir, le pasamos una especie de filtro que nos permite extraer de esa experiencia lo más importante y desechar lo inútil; así exageramos, adornamos, deformamos, omitimos, etc. aquellos detalles de nuestra vida que nos resultan más significativos. Nunca somos estrictamente "objetivos"; cuando hablamos, invariablemente, ya estamos mintiendo, una tarea que es bastante del agrado de un escritor.
Bien, por otro lado, hay que recordar que muchas palabras tienen dos significados: uno llamado significado connotativo que podríamos decir que es el significado objetivo, estándar de esa palabra, p.e. perro, animal mamífero... etc. Pero comparad esa misma palabras en expresiones como "vida de perro", "sentirse solo como un perro", etc. o comparad también perro frente a su femenino perra que sí que tiene unos matices diferentes. Estos matices tienen que ver con ese otro significado que poseen muchas palabras y que se suele llamar significado connotativo. Así, hay palabras que tienen connotaciones positivas, negativas, despectivas, cómicas, etc. Cuando escribamos el efecto o la expresividad que consigamos en un escrito dependerá del manejo y combinación que hagamos de estos dos significados de las palabras.
Es general, otra recomendación sobre el lenguaje en los cuentos, dado que en ellos la extensión es fundamental, es intentar ser lo más preciso posible, no caer en el adorno fácil o innecesario. Recordad aquella famosa frase "el adjetivo, cuando no ayuda, mata".

Por ultimo, ten en cuenta, si estás pensando que el lenguaje literario tiene que ser necesariamente bello, que no siempre es así. El lenguaje literario tiene que ser informativo y expresivo a la vez, pero, además, hay dos tipos de belleza: la belleza apolínea, equilibrada, proporcionada, que produce un placer estético; y la belleza dionisíaca, cuya finalidad es la de conmover, produciendo, incluso a veces, una repulsión; hay en lo feo, en lo grotesco, en lo desagradable una estética, una belleza que también tenemos que saber manejar.
El 1er. ejercicio para la sesión próxima consiste en convertir frases simplemente informativas en frases expresivas donde el lector pueda sentir más empatía con el personaje o, donde las distintas connotaciones de las palabras aporten un matiz diferente al significado general.
Ejemplo: Frase informativa: El suelo está cubierto de hojas. Frase expresiva Los hojas muertas cubrían el suelo. Fíjate que muerto introduce un matiz a la frase que podríamos describir como más triste, más nostálgico, por lo que la enriquece.
Los conceptos que tú tienes que convertir en más expresivos son:

Camiseta con manchas/amanecer/atasco de coches/ dolor de cabeza/boca seca/ amor infiel.
2º Ejercicio. Invéntate una situación donde el uso de estos sinónimos sea correcto.

P.e. Níveo, blanco, albo. No dirías "me compré un coche níveo" a no ser que quieras quedar como un pedante. Sí dices "me compré un coche blanco".

Los sinónimos que debes manejar son:

a) Níveo, blanco, albo.

b) Tragar, ingerir, comer.
c) Piel, epidermis, pellejo, cutis.
3er. ejercicio: Inventar palabras que no existan y definirlas.

P.e. lacrinómetro: Aparato que mide la cantidad de lágrimas vertidas en un llanto.


domingo, 1 de marzo de 2009

Y EL GANADOR ES...









El reto era hacer un pequeño cuento partiendo de dos conceptos. Un personaje y una circunstancia.
Yo opté por: SUPERHÉROE y PREMIO. Lo he titulado:




Y el ganador es...



Los lunes, miércoles y viernes juego al ajedrez; los martes, jueves y sábados, al golf; los domingos por la tarde veo el partido de fútbol; pero por la mañana sigo siendo el superhéroe que siempre fui.
Antes de seguir creo que debo hacer alguna aclaración. Ya estoy jubilado de la mayoría de mis actividades. Por ejemplo, yo que jugué al ajedrez con Boby Fischer, Karpov e, incluso, con José Raúl Capablanca y Graupera -a quien yo mismo bauticé con el sobrenombre de "el Mozart del ajedrez"- , ahora me tengo que conformar con jugar contra el ordenador, lo que me resulta aburrido y tedioso y hasta fastidioso a veces, sobre todo cuando esta máquina infernal me gana en algunas ocasiones.
Lo del golf es diferente, porque en eso nunca llegué a ocupar un puesto privilegiado en el ranking porque empecé a jugar ya de mayor. Hice algunos hoyos con Greg Norman, Jack Nicklaus y José María Olazabal, pero nunca llegué a ser un gran campeón, aunque en honor a la verdad debo confesar, aunque muchos no lo sepan, que yo fui quien enseño a jugar a Severiano Ballesteros. Ahora juego con la Wii de Nintendo y todavía no he encontrado a nadie que me gane.
También debéis conocer, para comprender esta historia, que los superhéroes somos inmortales. Y esto sí que es un fastidio. Yo estoy a punto de cumplir los cuatrocientos cuatro y aunque no me encuentro mal, ya he tenido que casarme ocho o diez veces, ahora no lo recuerdo bien, y llevo ya unos cincuenta célibe, porque a la hora de escoger me he vuelto demasiado exigente.
Vivo solo y dos veces a la semana viene una asistenta que lo tiene todo muy limpio; pero a lo que íbamos:
Los domingos por la mañana nos reunimos todos los superhéroes en una cafetería a contarnos nuestras batallitas. Algunos están ya muy mayores; por ejemplo Moisés - que se ha negado en redondo a cambiarse de nombre-, a menos que te descuides, te vuelve a contar cómo se las arregló para separar las aguas del Mar Rojo. A mí ya me lo lleva contado cerca de doscientas veces.
Lo de los nombres es otra cuestión. De antiguo, cada uno teníamos el nuestro y estábamos todos muy orgullosos de ellos; pero llegaron los americanos y pusieron de moda lo de “Super”, “Increíble”, “Maravilloso” y esas horteradas, que aconsejaban sus asesores de imagen, y no tuve más remedio que aceptar el de “Súper Quijano” que me aconsejó mi productor, que es el que se encarga de todo lo concerniente al marketing, que en nuestro oficio se ha vuelto imprescindible.
Como habrán deducido yo me dedicaba a “desfacer” entuertos, salvaguardar el honor de doncellas indefensas, liberar cautivos, y luchar por las causas perdidas.
Sólo hay que darse una vuelta por las noticias de los periódicos para ver a donde está llegando el mundo, desde que yo dejé mi vida activa.
Y es que los superhéroes mayores ya no actuamos y nos dedicamos sólo a organizar todos los años los premios “Yelmo de Oro” que reconocen los méritos de los que más se han distinguido en las distintas secciones.
Yo gané uno, ya hace tiempo, con mi “aventura de los molinos de viento” en la sección de “efectos especiales”, en reñida pugna con mi amigo Rodrigo Díaz de Vivar, nominado por su “batalla ganada después de muerto”. El año siguiente gané otro al mejor “guión original”, esta vez sin apenas oposición, y otro año estuve nominado en la sección de “grandes epopeyas”, pero me ganó Ulises con su “Odisea”.
Este año estoy muy ilusionado porque me van a ofrecer el “Yelmo de Oro” a la trayectoria de toda una vida. Aún hoy, en estas ocasiones, no veáis como añoro a don Miguel cuando tengo que escribir el discurso de aceptación.