miércoles, 18 de noviembre de 2009

DICCIONARIO PARTICULAR


Mi gran amigo Manuel Cortés Blanco, escritor que os recomiendo, me envía este pequeño diccionario. Yo creo que seguro que al menos alguna de sus definiciones os llegará al corazón, como me ha llegado a mi.
Su último libro es buenísimo (MI PLANETA DE CHOCOLATE. Ed. Irreverentes).

Cada cual tiene su propio diccionario, su propia medida de la realidad. En ello radica la grandeza del hombre: sin variedad no hay culturas. Con la pretensión de ser objetivo, aprovecho mi literatura para definirme en ese marco de entendimiento. Y redefinirme constantemente, a sabiendas de que quien no evoluciona, involuciona. Así suenan mis voces:

Adolescencia: Festival de hormonas que incita a probarlo todo.
Amistad: Sentimiento que no es llama, sino luz; declarado en peligro de extinción.
Amor: Sentimiento que en cualquiera de sus formas está más dentro de ti que tus entrañas. Por eso, jamás podrá extinguirse.
Avaricia: Casi todo es casi nada.
Beso: Unidad mínima de amor.
Camino: Gerundio de tantos verbos, incluido caminar.
Consejo: Cuando debas elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate.
Envidia: Pecado que si es de otro realza nuestro éxito.
Error: Acción que penalizamos en vez de analizar.
Escribir: Pintar de imaginación un folio en blanco.
Idea: Sustento de cualquier cambio. Tenerlas puede ser malo; no tenerlas, peor.
Inocencia: Virtud que nos faculta para jugar.
Juventud: Espíritu rebelde, alma enamorada, corazón valiente.
Magia: Hacer posible lo imposible.
Mentira: Excusa del cobarde.
Morriña: Añoranza de quien no extraña tanto su tierra como su infancia.
Música: Arte de hacer bailar al corazón.
Perdón: Palabra que más se dicen dos personas que se aman. La segunda es te quiero.
Poesía: Sueño plasmado en papel.
Rencor: Amor mal administrado.
Risa: Unidad mínima de humor.
Soledad: Carencia voluntaria o involuntaria de amistad.
Vida: Cigarrillo que consumes con placer, aun a sabiendas de que acaba matando.
Yo: Voz que contigo se convierte en nosotros.

martes, 17 de noviembre de 2009

ESTAR ENCAMADO


LOS ENCAMADOS
Un curioso fenómeno nos trae a “El bosque de las palabras”, la noticia de que aún existen personas a las que llaman “Tumbados”. Estas personas son gente normal, hasta que una mañana deciden que no se levantarán nunca más de la cama. Aparentemente no padecen ninguna enfermedad que les impida la deambulación, pero simplemente, desde esa fecha fatídica, no vuelven a levantarse más.
Los franceses inventaron el término “encamado”, que se utiliza aquí en los medios sanitarios, pero también se les llama tumbados o acostados.
Como afirma el escritor Luis Landero, “no son holgazanes, ni neuróticos, ni siquiera son simples enfermos imaginarios”, sino que son personas que un buen día optan por suspender su actividad social y se abandonan espléndidamente a la inacción”.
En muchos casos esta situación dura toda la vida, hasta el final de sus existencias, aunque también existen casos en los que un buen día, después de diez, quince o veinte años, el tumbado abandona la posición horizonta, y sin mediar más palabras, recupera la vertical, como si se levantase una manaña cualquiera, y vuelve a sus actividades cotidianas sin más.
Normalmente estas personas no suelen dar muchas explicaciones de lo que les lleva a tomar esta actitud con la vida y simplemente viven, desde un momento determinado, de esa manera, suspendiendo sus actividades para sorpresa y desgracia de sus familiares.
Se les ha asociado a una cierta clase social o nivel cultural, pero como casi siempre pasa con los intentos clasificatorios, nunca terminan de cumplir con estas normas, y el fenómeno se da en cualquier estrato de la sociedad. Y tampoco el nivel cultural es ninguna vacuna contra esta especie de enfermedad.
Hay muchos casos de gente así, la mayoría de ellos anónimos, pero nos hemos encontrado con estas personas en “el bosque de las palabras”, indagando y buceando en la vida de los escritores, que son los personajes de nuestro programa. El ejemplo más famoso es el del escritor Juan Carlos Onetti, al que la gente aficionada a la literatura conoce como aquel escritor que escribía desde la cama. Se cuenta que su perro, cuando Onetti se incorporaba, se extrañaba y le mordía la pernera del pijama, como recordándole que tenía que estar acostado como siempre.
Pero con los escritores pasa un poco como con los libros, que te van llevando de uno a otro y ya nunca puedes parar. Al parece Onetti, tomó ejemplo, en lo del encamamiento, del que decía que fue su maestro, Valle Inclán que, al igual que Unamuno, recibían a las visitas desde la cama. Pero lo curioso es que Onetti, siguió escribiendo sin parar desde la cama y sus obras no sufrieron ninguna consecuencia por la horizontalidad del autor, sino que incluso ganaron en intensidad durante esa época.
Y de Onetti, dimos el salto en el programa de radio a Marcel Proust, otro encamado y otro caso increíble de retirada de la vida social, abandonando la visión del horizonte, por la del techo de la habitación. Y esto me recuerda, la posición en la que se llevan a cabo las sesiones de psicoanálisis, tumbados en el famoso “diván”, cuestión de la que Freud, que habló de casi todo, también explicó su importancia, para que el paciente perdiera por un rato su referente espacial, y pudiera airear su inconsciente. Quizás, quién sabe, estos escritores, descubrieron este curioso detalle del psicoanálisis, y utilizaron la posición de “tumbados”, para abrir la puerta de su inconsciente.
Pero de los autores literarios, podemos saltar a los propios personajes. El mejor ejemplo, recuérdenlo ustedes, es el de don Quijote, que en la maravillosa novela también se encamó, y según cuentan, su creador, don Miguel de Cervantes, hizo lo mismo.
Otro de los personajes literarios famosos encamados es Edgardo de la obra de teatro “Elosia está debajo de un almendro” de Jardiel Poncela. Nos cuenta el autor que Edgardo llevaba en la cama veintiún años nada más y nada menos. Incluso viajaba en tren en su propia cama. Imagínense.
Y como la cama es lugar de placer y descanso diario, pero estos personajes la convierten en lugar de resistencia y de viaje interior, estoy pensando en pedirle a la dirección de la emisora Radio Morata, que me instalen en los estudios una buena cama, para desde allí, tumbado, hacer “El bosque de las palabras”. No sé como andarán de presupuestos en la asociación cultural, pero yo siempre he oído que, estar en la cama es de las cosas que salen más baratas. Así es que a ver si lo consigo.

sábado, 12 de septiembre de 2009

ARTE

LA FELICIDAD.

Después de leer “El arte de ser feliz” de Arthur Schopenhauer, voy a escribir una serie de reflexiones sobre alguna de las reglas para alcanzar la felicidad que me han parecido interesantes.

¿En qué consiste la felicidad?
Todos hemos nacido en “Arcadia”, es decir entramos en el mundo llenos de aspiraciones a la felicidad y al goce. La experiencia nos enseña que la felicidad y el goce son puras quimeras, que nos muestran una ilusión en las lejanías, mientras que el sufrimiento y el dolor son reales, que se manifiestan a sí mismos inmediatamente sin necesitar la ilusión y la esperanza.
Que para ser felices debemos evitar la envidia. Decía Séneca que : “Nunca serás feliz si te atormenta que algún otro es más feliz que tú”.

Debemos aprender a partir de la experiencia qué es lo que queremos y de qué somos capaces. Cuando estamos familiarizados con nuestras capacidades y deficiencias, ya no intentaremos mostrar puntos fuertes que no tenemos. El conocimiento de la propia mentalidad y de todas las clases de capacidades personales y de sus límites variables es el camino más seguro para estar lo más satisfecho que se pueda de uno mismo.
Un mal que nos ha afectado no nos atormenta tanto como pensar en las circunstancias que lo podrían haber evitado. Pero tanto niños como adultos saben conformarse tan pronto que comprenden claramente que las cosas no tienen remedio.

Reflexionar a fondo sobre una cosa antes de emprenderla pero, una vez que se ha llevado a cabo y se pueden esperar los resultados, no angustiarse con repetidas consideraciones de los posibles peligros.
Como decía Aristóteles en su “Ética a Nicómaco” : “El prudente no aspira al placer sino a la ausencia del dolor”.
Cuando estamos alegres no debemos pedirnos permiso para ello con la reflexión de si a todas luces tenemos motivo para estarlo. Cuando alguien es rico, joven, bello y famoso, hay que preguntarse si además es alegre para enjuiciar su felicidad; más a la inversa , si es alegre, no importa si es joven, viejo, pobre o rico : es feliz. Por ello debemos abrir todas las puertas a la alegría porque nunca llega a deshora.
La alegría es el bien que puede sustituir a todos los demás , mientras que ningún otro bien la puede sustituir a ella। Por consiguiente deberíamos preferir la adquisición de este bien a la de cualquier otra cosa. También decir que la salud puede favorecer la alegría. Por ello debemos procurar conservar “un alto grado de perfecta salud, cuya flor es la alegría. Su adquisición requiere evitar todos los excesos, también todas la emociones intensas o desagradables; también todos los grandes y constantes esfuerzos intelectuales , finalmente al menos dos horas de movimiento rápido al aire libre.
Marilui

martes, 18 de agosto de 2009

Solidario

Aprovechando el hilo que lanza mariluigan os envío esto. Es cruel la realidad del mundo que nos ha tocado... ¿qué haremos para remediarlo?



Lo pequeño. Lo importante


Sonaba Guantanamera en la vieja radio, el calor insoportable parecía espesar el aire. En el techo un desvencijado ventilador de cuatro aspas acompañaba con su chirriante cadencia las notas que, adormecidas, como todo allí, flotaban hasta mis oídos.

No sabía qué hora podía ser, Guantanamera terminó y dejó paso al Qué será de José Feliciano, todo invitaba a seguir con el pesado letargo. Terminé mi vaso de ron, en España lo tomaría de noche, con hielo y limón, aquí lo tomaba a todas horas y a palo seco. Bueno, al principio lo tomaba con recuerdos, ahora ya lo tomaba solo, sobre todo los días que no funcionaba la radio que seguía deleitándose con José Feliciano igual que mis sentidos lo hacían con el licor, en este momento todo se mecía a ritmo de bolero.

No sé muy bien de dónde surgió una pareja y comenzó a bailar muy lentamente junto a la barra. Muy juntos los cuerpos, como uno sólo, seguían lánguidamente la melodía, El día que me quieras en versión instrumental nos transportó a los tres muy lejos de allí. Ellos se acariciaban mientras yo acariciaba la botella que tenía enfrente.

Inconscientemente volví a llenar mi vaso y bebí para espantar de nuevo mis dolorosos recuerdos, el calor de la tarde y el de la bebida hicieron brotar en mi frente un febril reguero de diminutas gotas que, al resbalar, se me metían en los ojos haciéndome llorar involuntariamente. Eso hubiese asegurado a quien me preguntara en aquel momento, pero nadie me preguntó, nadie me miraba, nadie más que yo apreciaba mi llanto.

Lloré mansamente, sabedor de mi anónima soledad, desahogué una vez más mi alma y las lágrimas empujadas por el alcohol corrían a su albedrío por mi cara y caían sobre la madera áspera de la mesa y desaparecían al momento en ella intentando quizás decirme con esa fugaz presencia la verdadera esencia de las cosas. Mis lágrimas: tan reales, tan dolorosas, tan importantes para mí, me demostraban lo equivocado que estaba al creerme el centro del universo.

Y me asaltó tu convencimiento de que las cosas grandes tienen un origen pequeño, te lo había oído tantas veces… Por fin lo comprendí. Me puse en pie, dejé unas monedas junto a mi vaso vacío y fui en busca de mi destino. En la radio el noticiario daba todos los detalles de tu muerte: “… Mariano Arroyo es el tercer misionero asesinado en lo que va de año…”

Descansa en paz, compañero.

lunes, 17 de agosto de 2009

BURKA

UN BURKA SIMBÓLICO.
En pleno verano y, como consecuencia de la lectura de un libro sobre la falta de libertades en determinados países, me han venido a la mente una serie de reflexiones sobre la libertad.
En nuestra vida estamos amenazados continuamente por esos burkas simbólicos que tratan de arrebatarnos ese bien tan preciado como es la libertad. Entre esos “fantasmas” que nos pueden arrebatar la libertad están los gobiernos inhumanos y las dictaduras atroces. En los regímenes totalitarios, grandes tragedias de la humanidad, se camuflan la inteligencia y el razonamiento con instintos de bajo nivel.
¿Qué es la libertad? ¿Cómo conseguimos la libertad?
La libertad es un derecho inalienable de los seres humanos que implica conocimiento y responsabilidad. A través del esfuerzo vamos progresando en la consecución de la libertad porque es un bien que debemos seguir conquistando continuamente.
Por fortuna que vivimos en un país libre y democrático; pero nuestra libertad puede estar amenazada ya que la acechan continuamente muchos peligros.
¿Cómo debemos luchar contra esos peligros?
Un arma muy valiosa es la educación. A través de la educación podemos formar ciudadanos conscientes de su libertad y de su responsabilidad que, en posesión de unos determinados valores van a “luchar con uñas y dientes” para conservar esa libertad que a nuestros mayores tanto les ha costado conseguir. Además, la educación es la clave del progreso y es la que enseña a razonar, a reflexionar y a aceptar el diferente y a no dejarse llevar por el puro instinto. Debemos pensar que en la educación tienen un papel muy importante las emociones y que existe una relación entre inteligencia y emoción. Tener un conocimiento de lo que se siente y porqué se siente permite manejar las emociones y tomar decisiones personales con acierto. Por eso la educación emocional es una forma de prevención.
¿Cuáles valores?
Entre esos valores considero que son imprescindibles la justicia y la paz. Se puede crear una cultura de paz y de justicia social si se forman ciudadanos que ejerciten esos valores en su vida.
Pienso que, además de la familia, la escuela debe contribuir a formar personas que amen la paz y la justicia y que luchen por su conservación. Paulo Freire, en su libro : “Pedagogia de la indignación” dice que “...la mejor manera de hablar a favor de la paz es hacer justicia”.
Otro valor importante es el valor de la solidaridad. Martin Luther King Jr dice :
“Un individuo no ha empezado a vivir hasta que pueda elevarse sobre los estrechos confines de las preocupaciones individualistas hasta los amplios confines de las preocupaciones de toda la humanidad”.
¿Cómo ejercer la libertad?
A través de nuestro derecho de analizar, protestar contra las injusticias, corregir y denunciar cuando haga falta, así como el preguntar y preguntarse sobre el por qué suceden ciertas cosas y de qué manera podemos ayudar a resolverlas. Por eso una de las maneras de ayudar a construir un mundo mejor es siendo solidarios.

sábado, 25 de abril de 2009

¿liberación? (VACACIONES DE VERANO)



Se siente aliviada, el fuerte dolor, sí, a pesar de todo, este dolor le dice que todo va a terminar de un momento a otro. Empuja con toda su alma para desprenderse de aquella cosa en la que su deseado hijo se ha convertido unos días atrás, ya no hay palmadas en el minúsculo trasero de su bebé, ni llantos, ni miedos de saber mantener erguida la cabeza del pequeño… o pequeña… ya no es nada, hace unos días que no es nada, sólo un ocupa extraño en su vientre abultado, aún así, ahora tiene que hacer ejercicios para alisarlo de nuevo… ¡¡¡Cuánto hubiera deseado continuar siendo gorda!!! Una gorda, si, pero madre, claro… me duele, cielo, pero, tu tranquilo, estoy bien, descansa… yo estoy bien. Le dice a su marido que aparenta tranquilidad cuando en su rostro se rebela toda la impotencia y el desanimo, sabe que, a pesar de su empeño en acompañarla toda la noche, se marchará a casa, él tiene que llorar y no lo hará en su presencia. Cierra los ojos y se deja llevar a la tranquilidad de saber que ya no es ocupada interiormente por un ser muerto, siempre ha sentido miedo a los muertos, incluso a su, deseado bebé, siempre tubo la sensación de que un cuerpo muerto es un dolor continuo si te toca, más al tenerlo dentro de su vientre, se sentía relajada, a la vez que una brisilla de sentimiento de “culpabilidad” salta a su cabeza… tal vez no soy idónea para ello. El se ha marchado y se siente liberada para abandonarse al dolor, agradece, sutilmente, a Dios no tener que soportar la impotencia de su marido, de ese hombre que… tal como ella, pero sin engordar, y sin tener que soportar el cuerpo muerto dentro de su cuerpo, soportaba el mismo dolor dentro de su alma, él… le hubiera enseñado tantas cosas… no duerme, pero se siente descansada, hubiera querido volver a casa ya, o… quizá no… volver a la realidad cruda de los conocidos, de aquellos que le preguntarían continuamente ¿Cómo estás? No, no es eso lo que quiere, el lunes, como siempre, es el día duro, mejor así. Pasa el segundo día soportando los besos y las caricias de él… no sabe si son para ella, o si la está dando todo lo que le daría al pequeño, lo mira, lo observa, está sonriéndola, su sonrisa triste la consuela, se vuelca sobre él y nota que tiene prisa, no sabe por que, no le pregunta nada, no sabe que decirle, ni él, él tampoco la habla… ella piensa, pero no quiere volver a la duda, se acurruca y cierra los ojos dejándose de todo, casi no siente el roce de las manos de su marido… estoy bien, cielo, estoy bien, te lo prometo… tu deberías descansar, ve a casa. Sabe que el empeño que el pone para acompañarla de nuevo esta noche, es, como la noche pasada, y como será mañana cuando cierre los ojos, intentar tranquilizarla, pero la da igual, el ser ya desapareció de su interior, ahora solo quiere olvidarlo, el dolor es fuerte, diferente, pero liberador. Tal vez un día, dentro de…….., cuando mi cuerpo vuelva a confiar en mí, lo vuelva a intentar.

PARTO CON DOLOR. (Cuento)

















Inspirado en el cuento "Vacaciones de verano" del libro "El Mejor de los Mundos" de Quim Monzó.
Intentando hacerlo como narrador objetivo.
"El camillero la llevó hasta la habitación donde el marido esperaba desde hacía poco más de media hora. Diez minutos antes había llegado el doctor para informarle que todo había salido bien, que como ya sabían el feto estaba muerto, y que ella se estaba recuperando porque no la habían podido poner anestesia epidural por las circunstancias del parto. El marido comentó que de poco habría servido esa anestesia para paliar a su mujer el dolor de un parto para el que no les habían entrenado en la Maternidad.
Aunque sabía que no se podía hacer, abrió la ventana y encendió un cigarrillo. Lo apagó precipitadamente cuando la vio aparecer por la puerta, tendida en la camilla, con los ojos cerrados pero respirando pausadamente. Cuando él preguntó al camillero ¿Cómo está?, ella los abrió y le sonrió sin fuerzas mientras se le inundaban de lágrimas que ahogó entre sus párpados, sin duda para que él no sufriera. El se acercó para besarla en la frente pero no dijo nada. Sin duda desconocía si había palabras inventadas para paliar estos desconocidos sentimientos que se le ahogaban en el pecho.
Ella tampoco las debía conocer porque tampoco dijo palabra alguna. Sólo, al cabo de un buen rato, se atrevió a bajar su mano para palparse el vientre vacío e inerte que contrastaba con sus pechos que parecían que se estaban hinchando por momentos, ignorantes de que todo ya era inútil. La enfermera la había dicho que esa noche la pondría una inyección para retirar la leche y que posiblemente tendrían que vendarle el pecho; de nuevo volvieron las lágrimas a sus ojos, pero esta vez no la importó que él la viese porque también lloraba a escondidas.
Poco después él dijo que iba a la sala de espera a fumar un cigarro y cuando estaba sola se atrevió a levantar la sábana para ver su vientre hundido y yermo y advirtió que también podía ver las piernas que durante los últimos meses se habían ocultado tras su disparatada barriga.
Cuando entró el doctor para hacer la visita de reconocimiento, ella preguntó cómo era su bebé. No tienes que preocuparte de nada, dijo él, ya he hablado con tu marido y él se encargará de todo, acaba de salir para solucionar el papeleo burocrático; tú sólo debes descansar y recuperarte, porque los dos sois muy jóvenes todavía...
Su marido tardó más de dos horas en volver; venía abatido y comentó que hacía un calor espeso y agobiante. También dijo que ella sólo debía descansar y no preocuparse de nada y que se durmiese tranquila porque él se quedaría toda la noche a su lado.
Cerró los ojos simulando que dormía. Sería a eso de la media noche cuando él se levantó sigilosamente, y salió de la habitación procurando que no sonase la puerta, para que ella no se despertase. Perdió la noción del tiempo y debió dormirse porque cuando él volvió con las primeras luces del sábado a punto de llegar a los cristales de su ventana, abrió los ojos y él volvió a repetir lo de "tú sigue durmiendo y no te preocupes de nada".
Fue después de comer cuando se atrevió a preguntarle: Era un niño, ¿No? Sí era un muchacho, pero no pienses más en ello, contestó él mientras cogía su mano.
Entonces la dijo que el médico le había informado que como era sábado no podían darla el alta hasta el lunes y que tendría que dormir allí dos noches más. Cuando lleguemos a casa estaremos mejor, ya verás, todo volverá a ser como antes, mintió él con poca convicción.
No llegó ninguna visita y pasaron toda la tarde cogidos de la mano. Yo sé la ilusión que te hacía tener un muchacho; el no contestó y ella continuó: recuerdo que me decías que ibas a enseñarle todo: tus juegos de niño, tu barrio, la calle donde vivías con tus padres... un día de estos tienes que llevarme a mí, terminó ella, y él con el pretexto de fumarse un cigarro, salió a la sala de espera".

viernes, 17 de abril de 2009

Aquí está el cambio, espero criticas, para poder ir mejorando.

GRACIAS NANO_3ª PERSONA

El sonido de unas campanas retumbaron en su mente, y se paró a contarlas, 6 o 7 dependiendo del sexo de la persona fallecida, según las costumbres del pueblo. David estaba sentado frente a su maquina de escribir, intentaba terminar un informe sobre su último trabajo de investigación, precisamente estaba dedicado a las costumbres del pueblo en el que había nacido, aquel sonido de campanas siempre le había despertado curiosidad, desde muy pequeño, cuando las escuchaba, como atraído por un imán salía a la calle para enterarse de quien era el nuevo inquilino de la otra vida.
Ese día le sonaron especialmente tristes, además no eran ni 6 ni siete campanadas, eran más y más menudas, por lo que dedujo que se trataba de un niño, recordaba que cuando era pequeño, su abuela se lo había contado, le hablaba de que cada toque de campanas significaba cosas diferentes.
Se calzó y cogió el abrigo, dispuesto a observar todo el rito mortuorio de aquel día, le vendría muy bien para su trabajo, salió a la calle y encogió los hombros, era diciembre y el frío de aquella mañana era cortante, se paró en la acera y recorrió la calle con la mirada intentando descubrir por donde tendría que caminar para encontrarse con el triste evento, decidió caminar hasta la plaza, allí habría gente y podría preguntar. Mientras sus pies iban uno detrás de otro en su mente se escenificaba el drama.
Llegó a la plaza, en un banco de madera al sol, un anciano fumaba un cigarrillo cabizbajo, entre sus manos, temblorosas, movía continuamente algo que, a David, se le antojó sería una foto, quizá de aquel niño que acababa de morir. En vez de acercarse y preguntar, decidió verlo todo desde fuera. El anciano se levantó despacio, apoyándose en una bastón de madera vieja, intentó erguirse sin conseguirlo, su espalda denotaba muchos años de trabajo por lo encorvada que se le veía, sacó un moquero grande de tela blanca y se lo pasó por los ojos con tal fuerza que parecía querer borrarse la mirada, después se sonó estruendosamente la nariz y lo apretó con el puño metiéndolo en el bolsillo de bordes raídos de su pantalón de pana.
David lo siguió con la mirada, su forma de caminar, lenta, renqueante, no parecían deberse solamente a los años vividos, parecía que algo más le pesaba, que algo le empujaba a encorvarse más y a caminar mucho mas lentamente, la pena, la pena de la perdida de su nieto, se dijo David, eso es lo que le pesa a este pobre anciano. Decidió seguirlo, el le llevaría hasta la casa donde se habría producido tan cruel pérdida. A pesar de que había decidido tomarlo como un simple trabajo de investigación, no pudo evitar sentir como la tristeza le iba invadiendo el corazón.
Se paró en la acera de enfrente de la casa, una reja daba paso a un pequeño patio lleno de geranios en macetas de barro viejo, algunas estaban pintadas con motivos florales, unas baldosas semilevantadas llevaban hasta la puerta que se encontraba abierta, dentro se adivinaba el ir y venir de varías mujeres, todas vestidas de luto, de vez en cuando se escuchaban llantos que parecían venir de una de las ventanas laterales. David fue rodeando la casa hasta encontrar la ventana de donde partían los sollozos dolorosos de una mujer acompañados de llantos más bajitos, el corazón se le encogió, se acercó hasta la ventana y tras los visillos desgastados adivinó la figura de una mujer sentada con lo que parecía ser un bebé entre sus brazos, ella iba y venía como meciéndolo mientras no dejaba de llorar desesperadamente.

La frenada de un coche tras el lo hizo volver la vista, era la funeraria, de el bajaron dos hombres vestidos con mono gris, una mujer que estaba asomada a la puerta se dio la vuelta y llamó a alguien, en unos segundos apareció en la puerta un hombre, joven, con los ojos hinchados y el pelo revuelto, se le veía nervioso, sus ojos parecían asustados. Los hombres de la funeraria abrieron el portón del furgón y bajaron un féretro pequeñito, color marfil, con una cruz dorada en la tapa, otra cruz en un pedestal, grande, muy grande, dos velones con sus dos columnas, una corona de flores blancas con una banda morada en la que se leía TUS PADRES Y HERMANA NO TE OLVIDAN, que colocaron en un caballete en la puerta, imaginó que la dejarían allí mientras preparaban al niño, mientras continuaba llegando gente y con cada entrada se escuchaba un gemido lastimoso, un grito de dolor, y más llantos.
Volvió a la ventana, contempló como los hombres de la funeraria cogían de entre los brazos de aquella madre al pequeño, lo ponían encima de una mesa donde habían colocado un minúsculo sudario, vio como le colocaban las manitas una encima de la otra sobre el pecho, le pareció un muñeco, en ese momento una lágrima comenzó a recorrerle la mejilla, se sentó sobre la acera para dejarse arrastrar por la pena, durante unos minutos se sintió involucrado en aquel drama, pero sacudió la cabeza levantándose para continuar contemplando aquel rito de la muerte.
Cuando volvió a mirar, el niño, ya había sido acostado en esa cajita, su madre estaba agachada sobre ella, se escuchaban sus besos sobre el cadáver del pequeño, sus manos lo acariciaban… con tanto amor... El hombre que salió a recibir a los de la funeraria se le acercó y la cogió de los hombros intentando separarla suavemente, la acariciaba el pelo mientras la abrazaba llorando, intentaba ser fuerte, pero sus gemidos también se escapaban, una niña, como de unos 9 años se acercó a ellos, se quedó mirándolos unos segundos, y, sin mediar palabra, se agarró a sus cinturas, los tres lloraban desconsoladamente frente al féretro.
Por la calle se escuchaba el tintinear de una campanilla y una especie de rezos que se acercaban, miró y vio que el cura y dos monaguillos llegaban a la casa, los hombres de la funeraria se iban en ese momento, vio como llevaban lágrimas en los ojos, y pensó... a pesar de ser un trabajo, aún les duelen estas cosas,.
El cura entró en la casa y, una vez más, los llantos se hicieron sentir en toda la calle, contempló como recitaba una serie de oraciones sobre el ataúd, y como lo regaba con el hisopo, los dos monaguillos miraban con los ojos desorbitados, llenos de lágrimas, uno de ellos mantenía en la mano el cubito donde el cura mojaba el hisopo, el otro sostenía con las dos manos una cruz.
El anciano, que había encontrado en la plaza, ahora estaba sentado en la puerta, otra vez, entre sus manos, la foto que acariciaba y besaba, alguna lágrima caía sobre ella y el rápidamente la limpiaba con la manga de la chaqueta de lana, otra vez se la llevaba a los labios y volvía a besarla, después se la colocaba en el pecho como abrazándola, miraba al cielo con gesto acusador, fruncía el ceño y levantaba el puño como enojado con Dios, a veces se le escuchaba decir.- A MI, DIOS MIO, HABERME LLEVADO A MI.
Comenzaron a salir de la casa, primero las mujeres, totalmente enlutadas, se fueron colocando a ambos lados de la puerta, después los hombres que se quedaron en la acera, detrás el cura y los monaguillos que se colocaron enfrente, en seguida apareció la cajita, color marfil, portada por dos niños y dos niñas vestidos de blanco, una de las niñas era la que se había abrazado a los padres, por lo que David dedujo que sería la hermana del pequeño cadáver, los cuatro niños, con las cabezas agachadas, caminaban despacio, detrás… aquella pareja destrozada de dolor, abrazados, él, parecía querer sujetar a la mujer, pero en realidad se apoyaba en ella. El cura levantó la mano, mientras rezaba, hacía en el aire la señal de la cruz, luego se dio la vuelta y el cortejo fúnebre partió calle abajo, hasta la iglesia.
El anciano, caminaba detrás de todos, parecía que no iba a poder llegar hasta el fin de aquella calle que conducía hasta la iglesia, ya en ella, entraron todos y se ofició un funeral especial, en el, un coro de niños cantaban himnos de gratitud, la música era más alegre que en los funerales para adultos, en los bancos de la derecha se sentaban los hombres, hoy, todos dentro del templo, en otros funerales se quedaban en la puerta, esperando, las mujeres a la izquierda, todas con sus velos negros, abatidas, algunas con sus hijos sentados sobre las piernas, acariciándolos mientras contestaban a los rezos y lloraban calladamente, compartían el dolor de aquella madre.
David, cada vez se sentía más parte de aquel dolor, se sentó en el último banco, al lado del anciano, este no rezaba, simplemente estaba ahí, estático, con los ojos clavados en el crucifijo que presidía el altar mayor, su mirada lo decía todo.
Cuando acabó la misa, todos, puestos en píe, vieron pasar el cortejo que llevaría al pequeño hasta el cementerio, que estaba en la trasera de la iglesia. Los padres parecían derrumbarse a cada paso, los niños portadores ahora lloraban abiertamente.
Llegaron al píe de una tumba, allí, dos hombres con monos azules esperaban, colocaron una soga alrededor del pequeño féretro y comenzaron a bajarlo mientras el cura rezaba. Los padres se fundían en un abrazo estallando en sollozos, varias personas les intentaban tranquilizar dándoles palmaditas en la espalda, los niños se alejaron unos metros y lloraban sentados sobre el suelo, la niña que debía ser su hermana. se acercó con un payasito de trapo y un cuaderno entre las manos, se puso al borde de aquel agujero y soltó el payasito mientras decía.-Nano toma, sin el no podrás dormir, luego abrió el cuaderno y arrancó una hoja.- cuando estés en el cielo, dile a Dios que no se olvide de mí, que quiero seguir jugando contigo, ¿vale Nano? Dale esta carta que la he escrito para el. La dobló cuidadosamente y la dejó caer, mientras el papel planeaban bajando hasta posarse en la cajita los ojos de la niña no dejaban de mirarlo, una vez que se hubo posado se dio la vuelta y se agarró a la mano de su madre diciéndola.- Mamá, yo se que Nano hablará con Dios y lo dejará volver, ya lo verás, ya lo verás... La mujer se agachó para abrazarla fuertemente mientras el padre la acariciaba el pelo sin poder evitar que sus lágrimas cayeran sobre aquella cabecita rubia.
Todos comenzaron a salir del cementerio, David los siguió con la mirada, parecían almas en pena, a veces, volvían la cabeza, luego desaparecían tras el muro al traspasar la puerta. Cuando hubieron salido todos, se sentó sobre una lápida y comenzó a llorar, se sentía mal, sentía todo el dolor de aquella gente, se cogió la cabeza entre las manos. De pronto, notó una mano sobre su hombro, sobresaltado levantó la mirada, el anciano le miraba con ternura, y acercándole la foto le habló.- era mi nieto, le dijo, el NANO, mi pequeña alegría, yo no dejo de preguntarle a Dios, pero el no responde. En ese momento el viejo se derrumbó a los pies de David, este se agachó y lo atrajo hasta si abrazándolo.

Así estuvieron durante mucho tiempo, llorando abrazados, el anciano, en el que nadie había reparado, estaba allí, con David, un extraño. Luego se encaminaron juntos hasta la plaza del pueblo, sin hablar,
David se marchó calle arriba hasta casa y el anciano se quedó sentado en el banco mirando al cielo airado, llorando y besando aquella foto.
Abrió la puerta de su casa sin poder contener las lágrimas, se quitó el abrigo, lo colgó en el perchero y lanzó los zapatos contra la pared del pasillo, metió los píes con fuerza en las zapatillas y se encaminó hasta el comedor, donde, encima de una mesita, estaba la maquina de escribir, se sentó frente a ella y sacó del bolsillo las notas que había tomado, las colocó a la derecha y puso sus manos sobre las teclas....
De pronto, como si todo el peso del mundo le hubiera caído sobre la cabeza, se dejó caer de bruces sobre el teclado, llorando espasmódicamente, una de sus manos recogió arrugando las hojas de papel, las apretó con todas sus fuerzas, se las llevó hasta el pecho y después las arrojó a la papelera.
Metió un folio en el carro de la maquina y escribió.... FIN... lo sacó y lo colocó al final de su trabajo...
En su mente, un pensamiento, NANO HABLA CON DIOS Y DALE LAS GRACIAS POR QUE TU ME HAS HECHO HUMANO.
David dejó de escribir sobre costumbres, hoy se dedica a los cuentos para niños.

GRACIAS NANO_1º PERSONA

El sonido triste de las campanas rompió mi sueño, me puse alerta, eran campanadas de difunto, conté… una, dos, tres… parecían interminables lamentos, eran demasiadas, no coincidían con un hombre o una mujer, según la costumbre del pueblo; me entristecí aún más, aquellas campanadas no coincidentes con lo típico me venían a decir que quien había abandonado esta vida era un ser pequeño, un niño, y, quizá desde mi instinto de padre, sentí dolor.
Hacía más de diez años que me marché de el pueblo y, mira por donde, vuelvo justo en este momento, y para terminar este puto trabajo en el que me empeñé, “costumbres mortuorias de mi pueblo natal” ¡¡¡mierda!!! ¿por qué me tiene que tocar este caso también, me hubiera conformado con lo normal, viejitos y viejitas que han cubierto su cupo existencial, pero no, también esto, aunque, es posible que le dé mucha más profundidad a mi estudio. En fin… saldré a tomar unas notas, es mi trabajo, recuérdalo David, es tu trabajo…
Así comencé aquel día, aquel doloroso día
El viento invernal me hizo encogerme dentro de mi abrigo, busqué con la mirada a un lado y a otro, no sabía por donde ir hasta el sitio donde se estaba produciendo ese terrible drama, decidí que lo mejor sería acercarme hasta la plaza, allí siempre había alguien y, seguro, que sabrían dirigirme.
Cuando vi a aquel anciano, sentado al mediosol de diciembre, cabizbajo, removiendo temblorosamente una foto entre sus manos, comprendí que sería, quizá, el abuelo de la criatura muerta, mis pies no querían llevarme hasta él, quizá era miedo, en ese momento pensé que era, simplemente, una forma de estudio, me quedé observándolo desde lejos, vi como obligaba a sus piernas a levantarse, encorvado, cargando, además de sus muchos años de trabajo en sus huesos, todo el peso de una dura y dolorosa pena; caminaba lento, de vez en cuando sacaba del bolsillo de su pantalón de pana, raída por el paso de los años, un gran moquero blanco que frotaba contra su nariz como si eso le fuera a borrar la pena del rostro, luego apretaba el puño y lo volvía al bolsillo.
Le seguí a distancia, pensando que, en realidad, este sería un gran trabajo de investigación, incluso me sentía orgulloso, no todos los escritores de investigaciones tenían la suerte de ver en directo un caso así, de esta manera intentaba obviar lo que estaba comenzando a sentir, me dolía algo que no alcanzaba a entender, hoy, diría que era el alma.
El anciano se paró frente a la reja, repleta de geranios, de una casa blanca, encalada a la perfección, un pequeño patio, con un caminito de piedras, conducía hasta la puerta, abierta, la semioscuridad interior dejaba, de vez en cuando, ver el ir y venir de mujeres, vestían de luto. Se escuchaban llantos resignados, mi dolor comenzaba a subir de intensidad, el abuelo se sentó en el poyo, al lado de la puerta, las mujeres salían y entraban como las hormigas de un hormiguero, creo que no miraban a ningún sitio y que se movían por inercia. Cuando escuché aquel gemido, aquel grito de dolor de aquella mujer, me acerqué a la ventana, miré, con el sentimiento de estar violando la intimidad de su dolor, y la vi, sentada, con un bebé entre sus brazos, meciéndolo, acunándolo mientras, entre sollozos le canturreaba una, triste, nana.
Sin poderlo remediar, mis ojos comenzaron a derramarse, el dolor de aquella escena me estaba haciendo sentir tantas cosas… me asusté al escuchar la frenada de un coche detrás mío.
Aquel furgón se me hizo mucho más tétrico que de costumbre, los dos hombres, de mono gris, bajaron y se encaminaron a la puerta, una mujer de las que iban y venían corrió al interior, se la escuchaba decir, como en un susurro, “ya están aquí”. Un hombre joven, con el pelo revuelto, los ojos hinchados y, tan encorvado como el abuelo, salió a la puerta, uno de los hombres abrió el portón del furgón y sacó un pequeño féretro color marfil, el otro sacó una corona de flores blancas con un lazo gigantesco en el que se leía TUS PADRES Y HERMANA NO TE OLVIDAN. Con cada uno de los pasos de los hombres de gris, el anciano levantaba la mirada al cielo y volvía a su eterno acariciar la fotografía, el joven de los ojos hinchados, ahora no podía dejar de llorar, se apoyaba contra el quicio de la puerta y golpeaba con el puño la pared.
Volvía a la ventana, allí, unas mujeres vestían al bebé con un sayito tan blanco que parecía un pequeño copo de nieve, sobre el comodín de caoba, parecía un pequeño niño Jesús, de esos que, recordaba, había en la alcoba de mis padre. Mi mente empezó a quejarse, me decía a mi mismo que aquello no estaba bien, que no lo podía utilizar, así que, en el momento en que los hombres colocaban el pequeño cuerpo dentro de aquel ataúd, me derrumbé sobre la acera, solo el llanto desgarrado de la madre, al retirarla de la caja para cerrarla, me hizo volver a la realidad, vi como el hombre joven la cogía de los hombros y la abrazaba, ahora, los dos gemían desconsolados, mis ojos estaban repletos pero no podía dejar de mirar la escena, mi corazón dio un vuelco cuando, una niña, de unos nueve años, se acercó a ellos, les miró y se abrazó a ellos, sus lágrimas eran más dolorosas aún.
Un rumor se levantó, sonaba, al fondo de la calle, una campanilla y unos rezos, llegaban el cura y dos monaguillos, los hombres de la funeraria ya se marchaban, vi como también lloraban al subirse al furgón, a pesar de todo, para ellos también era algo triste, el anciano levantó la mirada hacia el cura y… sin poder contenerse, sacó el puño y golpeó el aire, sus lagrimas mojaron la foto y, como si se tratara de una herida en el papel, sacó su pañuelo y la secó suavemente, luego volvió a besar la foto y su mirada volvió entre sus manos.
Al poco, fueron saliendo mujeres de la casa, todas lloraban, yo… no podía respirar, el pecho me dolía oprimiéndome los pulmones; se colocaron a ambos lados del corto caminito que daba a la calle y el cura y los monaguillos se colocaron frente a la puerta, de la semioscuridad salía el reflejo brillante de la cajita, portada por dos niños y dos niñas vestidos de blanco, una de las niñas era la que había abrazado a los padres, o sea, la hermanita del pequeño cadáver, este pensamiento me dolió, sacudí la cabeza para evitar el volver a derrumbarme, después de hacerle la señal de la cruz sobre la caja, el cura y todo el cortejo partieron calle abajo, el abuelo se levantó, obligándose, parecía que iba a caer en mitad de la calle, no se unió al grupo de gente, se quedó rezagado, caminaba despacio, como no queriendo llegar nunca al destino de aquel viaje, ya en la iglesia, los hombres, acostumbrados, en otros entierros, a permanecer en la puerta, ocuparon toda la parte derecha de la pequeña iglesia, las mujeres al izquierda, con sus velos negros, un coro de niños cantaban un réquiem, que a pesar de sus voces angelicales, a mi se me hizo el réquiem más triste escuchado jamás.
El cementerio se hallaba justo detrás de la iglesia, diez pasos, los diez pasos mas dolorosos de mi vida, los niños portadores del féretro lloraban abiertamente, la madre parecía derrumbarse en cada paso, el padre la abrazaba y lloraba y… el abuelo, ralentizaba sus pasos cada vez más.
Al pie de la tumba, dos hombres vestidos de mono azul, esperaban cabizbajos, sin mediar palabra, rodearon el pequeño féretro con una soga y, mientras el curo rezaba un último responso, fueron bajándolo hasta el fondo de aquel oscuro agujero, miré al cielo, la niña se acercó, llevaba un payasito de trapo y un cuaderno en las manos, se puso al borde de la tumba y soltó el payasito mientras decía “Toma Nano, sin el no podrás dormir”, luego arrancó una hoja del cuaderno “Nano, cuando estés en el cielo, dale a Dios esta carta, y dile que no se olvide de mi, que quiero seguir jugando contigo ¿vale Nano?”, dobló la hoja y la dejó caer, una vez que quedó sobre el féretro, la niña se dio la vuelta y cogió a su madre de la mano, la miró a los ojos y la dijo “Mamá, yo se que Nano hablará con Dios y lo dejará volver, ya lo verás, ya lo verás..”.
Me sentí hundido, la gente comenzó a abandonar el cementerio, los jóvenes padres y la niña, abrazados por un grupo de mujeres, salían mientras de vez en cuando, volvían su mirada hacia la tumba, se senté en una tumba y comencé a llorar, de pronto sentí como una mano cálida se posaba en mi hombro, levanté la mirada, el anciano me miraba con ternura, me acercó la foto que llevaba entre las manos mientras me decía era mi nieto, el NANO, mi pequeña alegría, yo no dejo de preguntarle a Dios, pero el no responde. el anciano se derrumbó a mis pies, lo abracé, después caminamos hasta la plaza sin hablar, el silencio nos unía, yo, un desconocido, había sido el único al que aquel anciano había regalado parte de su dolor, le dejé sentado en el mismo banco donde lo encontré hacía unas horas, comencé a caminar y volví la cabeza para contemplar como aquel continuaba besando la foto, llorando y mirando airado a aquel cielo gris.
Cuando llegué a casa, tras cerrar la puerta, el mundo se me vino encima, todo el dolor se me hizo gigantesco y…, rompí el libreto de notas y decidí acabar con la investigación… (“costumbres mortuorias de mi pueblo natal” FIN) He decidido escribir cuentos para niños, se que lo haré bien, Nano, gracias, tu me has enseñado a ser humano.

domingo, 12 de abril de 2009

VI SESIÓN.- LOS DISTINTOS NARRADORES


El narrador es, probablemente, la herramienta fundamental que tiene un escritor. Por ello mismo merece la pena detenerse un poco antes de escribir y pensar cuáles son las ventajas e inconvenientes que supone la elección de uno u otro respecto a nuestra historia. Un buen consejo siempre a la hora de escribir es que elijas hacerlo de la forma que te resulte más cómoda. Pero, a veces, hay que sacrificar esa comodidad, al menos al principio, en favor de un narrador que nos resulte más útil para desarrollar nuestra historia, de hecho, la propia historia es la que debería pedirte un narrador u otro.

A grades rasgos, se considera que según la voz hay narradores en 1ª, 2ª y 3ª persona. Los narradores en primera personas son los habituales en las biografías y, en general, en aquellas historias donde es el protagonista el que narra los hechos. Tienen la ventaja de que la primera persona suele conllevar lo que yo llamo el efecto "confesionario", es decir, que cuando leemos algo narrado por el propio protagonista prestamos mayor atención. No es lo mismo comenzar una conversación con un "no sabes lo que le sucedió a un primo mío ayer" que un "no sabes lo que me sucedió a mí ayer". Se produce con la primera persona una conexión inmediata, una intimidad, entre el narrador y el lector. El inconveniente de este narrador es que nos suele filtrar toda la información valorándola desde su punto de vista. Hay que saber manejar esto para que el narrador no se "coma" a la propia historia, no se superponga a ella.

El narrador en segunda persona, menos habitual, pero posible, permite un distanciamiento muy acusado entre narrador y personajes que resulta interesante manejar. Así el narrador puede estar pegado a sus personajes o separados de ellos a su antojo.

El narrador en tercera persona, en principio también permite ese distanciamiento entre narrador y personajes del que hablábamos antes.

Bien, estos son los narradores según la voz. Según el punto de vista adoptado podemos encontrar dos grandes clasificaciones:

1.- El narrador interno: (participa en la propia historia). Este se divide en:

Narrador protagonista: Es decir, el protagonista de los hechos es quien los narra.

Narrador personaje secundario: El narrador participa en los hechos narrados con mayor o menor protagonismos. Esto es lo que sucede en las novelas del detective Sherlokc Holmes, pues quien narra la historia no es otro que el Doctor Watson.

Muy parecido a este último podemos encontrar al narrador testigo quien puede haber participado escasamente en los hechos y haberlos recompuestos para narrarlos a través de confesiones, entrevistas, etc. Se suele poner como ejemplo de narrador testigo a Nick Carraway, el personaje que cuenta los hechos en la novela El Gran Gasby de Scott Fitzgerald. El narrador testigo permite un distanciamiento sobre los personajes que facilita la interpretación de la historia por parte del propio lector.

2.- El narrador externo: (no tiene ninguna participación en los hechos narrados). A su vez este tipo de narradores se dividen en:

Narrador omnisciente: Muy útil puesto que es el narrador que lo sabe todo de sus personajes, sabe sus pensamientos, su pasado, lo que les sucederá en el futuro. Es un narrador muy útil porque a través de ese conocimientos profundo que tiene sobre cada acto o decisión que toman sus personajes puede justificarlos para el lector, ayudándonos a crear personajes redondos y a la credibilidad de los mismos. A su vez, el problema es que es un narrador que lo manipula y filtra todo lo que puede perjudicar a la historia, pues no deja margen al lector para que sea él mismo el que se implique y haga el esfuerzo de comprender a los personajes. Este narrador es el utilizado por lo autores del Realismo y el Naturalismo, donde el tratamiento de la psicología de los personajes era fundamental en el desarrollo de la propia historia.

Narrador objetivo: La forma más habitual de explicar en qué consiste este narrador es utilizando la metáfora de la cámara de cine. Es decir, es un narrador que sólo cuenta lo que ve, no puede saber nada de la psicología de sus personajes, ni de su pasado o su futuro. Este narrador es el típico de la novela negra. Es lógico ya que si el narrador estuviera metido en la cabeza de cada personaje sabríamos en seguida quién miente sobre lo que hizo "la noche de los hechos". Es decisivo que en la novela negra el lector tenga el suficiente margen de maniobra para poder sacar él sus propias conclusiones sobre quién es el asesino. Esta es la gran ventaja de este narrador. Sin embargo, también conlleva sus dificultades, pues mostrar que uno de nuestros personajes está mintiendo mientras contesta a una pregunta sin que el narrador nos lo diga exige habilidad para manejar los detalles que rodean a nuestros personajes.

La tarea para la próxima sesión del 17 de abril será que seleccionéis uno de vuestros cuentos ya escritor e intentéis volver a contarnos esa historia eligiendo un narrador totalmente distinto.

martes, 31 de marzo de 2009

EL CORZO. (Un cuento con moraleja implícita)


El pequeño Serafín era una mala bestia. Sus padres, conocidos nuestros de toda la vida, habían tirado la toalla y lo habían dejado por imposible, y eso que sólo tenía cinco años. Era el terror de sus compañeros de guardería, a los que tenía atemorizados. Un día escondía un ratón en el cabás de su compañera de pupitre, otro emborronaba todos los cuadernos de la clase con las témperas de las manualidades, otros rompía los lápices de colores y los escondía en el bolso de la “seño”; todas las maldades que una mente tan pequeña era capaz de imaginar, él las ponía en práctica, y sus padres no paraban de recibir notas de la directora del parvulario que les amenazaba con expulsar a tan díscolo alumno como precoz maleante.

Cuando creció, sus hazañas se extendieron al parque de la urbanización, a las calles aledañas y sobre todo a la escalera del bloque donde vivían. No paraban las bolsas de basura en los rellanos, el portero llegó a presentar su renuncia al presidente de la Comunidad porque no era capaz de limpiar todo lo que el niño ensuciaba, y sus padres tuvieron que asumir el pagar un sobresueldo al portero, cuando la comunidad convocó una junta extraordinaria monográfica para “buscar soluciones a la actitud del niño del 4º B” como único tema en el orden del día.

Habían probado con todos los castigos conocidos; su padre le había repetido cientos de veces que debía aprender de él que siempre había obedecido al suyo; acudieron a un psicólogo, por indicación mía, pero sin ningún resultado; incluso el médico de cabecera de la Seguridad Social les recetó unas pastillas para tranquilizarle, pero que sólo le daban un poco de somnolencia y cuando despertaba era mucho peor...

Creo que fue a su madre a la que se le ocurrió asustarle con el “corzo”. Como todos sabéis, el corzo es un mamífero cérvido rumiante, algo mayor que la cabra, de cola corta y cuernas ahorquilladas que por lo que dicen es de carácter manso y huidizo. Pues bien, nadie supo explicar por qué, pero al bueno de Serafín eso de que pudiese venir el “corzo”, le aterrorizó. Puede ser que en el subconsciente del muchacho quedasen reminiscencias atávicas de ancestros cazadores o que por su escasa formación confundiese el tímido corzo con un animal terrible y sanguinario, el caso es que desde ese momento, con tan solo amenazarle con la llegada del “corzo”, se convertía en el más dócil y obediente de los niños.Los padres estaban locos de contentos. Si iba a pegar a un niño: “¡Que viene el corzo!”, decían; si había cogido algo a sus compañeros, le hacían devolverlo con la amenaza de “¡Que viene el corzo!”, si regañaba con sus hermanos... “¡Que viene el corzo!”, si no quería estudiar, sólo tenían que decir: “¡Que viene el corzo!”.

Un día de aquellos fue su padre fue quien lo descubrió. La amenaza de “¡Que viene el corzo!” también podía servir para que Serafín hiciese todo lo que se les ocurriese mandarle: Tráeme el periódico, “¡Que si no, viene el corzo!”, hoy tienes que sacar la basura, “¡Que si no, viene el corzo!”, deja la pelota a tu hermanito, “¡Que si no, viene el corzo!”.Lo dicho, que el pobre Serafín se había convertido en el niño más bueno del mundo.
Pero... -siempre tiene que haber algún “pero”- como el niño se iba haciendo mayor y además se había convertido en un buen estudiante, un día descubrió que lo del “corzo” no tenía ningún sentido y que sus padres, además, se había valido de su ignorancia y de sus miedos irracionales para aprovecharse de él.

Y como nadie se había ocupado de hacerle comprender lo que era “bueno” y lo que era “malo”, ni explicarle cuales debían ser los principios éticos que debían regir su vida, porque el “corzo” se había convertido en la única referencia válida para dirigir sus actos, pensó que era el momento para volver a hacer todo lo que su cuerpo le pedía y su mente maléfica le dictaba.

Hace mucho tiempo que no veo a sus padres, aunque, como os he dicho, éramos conocidos de toda la vida, pero por lo que me dijo un vecino, Serafín está muy bien situado y es concejal de urbanismo en un pueblo de la costa del Sol.


Nota: El lector puede cambiar "corzo" por "hombre del saco", "infierno", etc. etc... y poner al protagonista como concejal en el pueblo de la geografía española que más le apetezca...

martes, 24 de marzo de 2009

V.- SESIÓN 20 DE MARZO. TEMA Y SENTIDO DE UN CUENTO


A menudo, después de leer un libro o ver una película, nos invade una sensación de tiempo perdido y nos preguntamos aquello de "¿y todo lo que nos has contado, para qué?" Es decir, cuál es el sentido que tiene el tema que toca, hacia dónde va todo el argumento y los personajes que ha construido. La verdad es que muchos libros y muchas películas no lo tienen y no porque no lo quieran tener, sino porque no han sabido trasmitirlo. Puede que hayamos estado entretenidos mientras la veíamos o la leíamos, pero, claro, también entretiene un culebrón venezolano o un partido de fútbol de un equipo de tercera. Aunque, desde luego, entretener es muy difícil y una tarea encomiable, parece que detrás de un buen texto siempre hay un sentido a cuya defensa o exposición van dirigidos todos los esfuerzos del escritor. Por supuesto que, seguro, a todos nosotros se nos están viniendo a la mente bastantes buenos cuentos, novelas o películas que no lo tienen, al menos, aparentemente. Es cierto, recuerda que lo que proponemos en el taller, sólo son unas bases sobre las que partir, no tienes que respetarlas porque no son infalibles ni únicas.
Bien, para aclarar qué es esto del sentido tenemos que empezar por distinguir cuatro conceptos que no son sólo exclusivos de la literatura.
EL TEMA: Asunto sobre el que habla el relato, p.e. el amor, la guerra, el poder…
SENTIDO: Todo relato es un texto indirecto, es decir, un texto que utiliza una situación, unos personajes, unas acciones para transmitir una idea, un enfoque concreto sobre el tema del que queremos tratar. Así, siguiendo nuestro ejemplo anterior, el tema sería el amor, pero el sentido podría ser que: el primer amor nunca se olvida, que el amor no es eterno, que el primer principio del amor es el respeto, etc. O si tenemos en cuenta el tema de la guerra, el asunto podría ser: En la guerra siempre pierden los más débiles, las guerras se hacen por dinero, etc. O el tema del poder, el sentido podría ser: El poder no da la felicidad, el poder corrompe a los individuos.
He intentado poner temas y sentido muy generales y bastante comunes a propósito, ya que en cuanto a los temas y a los enfoques o sentidos que se les quiera dar hay poco que inventar. Por lo tanto, será la forma en la que presentemos ese sentido y el modo en que desarrollemos el tema lo que nos permitirá aportar una mirada personal a asuntos que prácticamente están ya inventados.
La recomendación sobre cómo hallar el sentido de un cuento es bucear e investigar sobre tu propia experiencia (ya hemos visto en otras ocasiones que es la base de la imaginación y que, no sólo, hay que entender experiencia como aquello vivido por nosotros, sino también aquello que hemos visto, leído, que nos han comentado, etc.). Partiendo de nuestra propia biografía podremos hallar una mirada auténtica, verosímil; con ella y un poquito de "saber hacer" tenemos muchas posibilidades de que nuestro cuento salga adelante. Para muchos autores, escribir es ser fiel a uno mismo.
ARGUMENTO: Serie de hechos que ocurren a lo largo del relato; a través de ellos exponemos cuál es el conflicto que agita a nuestros personajes y cuáles son los actos o acciones que justificarán las reacciones de éste.
TRAMA: Forma en la que se organiza y expone el argumento. La más habitual es la de introducción (o presentación), nudo (desarrollo de las consecuencias y reacciones que provoca el conflicto) y desenlace (solución).
Teniendo todo esto en cuenta, el ejercicio para la próxima sesión del viernes 27 será escribir un cuento a partir (si es posible) de alguna anécdota graciosa, curiosa, dramática, etc. que te haya contado alguien o que tú hayas visto. Piensa siempre qué conclusión podemos sacar a partir de ella, qué visión se aporta sobre la vida en general o el amor, la amistad, el trabajo, la miseria, en particular. Pensemos que si la hemos recordado es porque nos viene a mostrar algo (un para qué, un sentido). Si no se te ocurre ninguna, escríbelo a partir de alguna que te haya sucedido a ti.

JUGAR CON EL LENGUAJE.

En la última clase del Taller literario de la Biblioteca, Milagros nos retó a jugar con el lenguaje, proponiéndonos unos ejercicios que me parecieron interesantes. Después, en su entrada en el blog, lo dejó claramente explicado, por lo que en mi entrada actual no considero necesario explicar el porqué de cada uno de los apartados: Como no pude asistir el día 13, os envio mis ejercicios:
COMPONER FRASES ADECUADAS PARA LOS SINÓNIMOS:
BLANCO, NIVEO Y ALBO.
El forro polar blanco de la muchacha apenas si se distinguía en aquel níveo paisaje invernal en que se había convertido la campiña, ayer reseca y árida, y ahora deslumbrante por el albo resplandor de la nieve que había caído durante toda la noche anterior.
COMER, INGERIR Y TRAGAR.
Aquella mañana su madre tardó demasiado en preparar la comida y cuando le llamó para comer, el hambre le hizo tragar los alimentos con unas ansias hasta ahora desconocidas. Su madre le regañó porque no eran esas las formas con que debía ingerir la comida un jovencito con la educación que él había recibido.
PIEL, EPIDERMIS, PELLEJO y CUTIS.
Desnuda, delante del espejo fue hidratando su cutis con la crema que había comprado en la farmacia. Toda la piel de su cuerpo estaba tersa después del largo y reconfortante baño de espuma que se terminaba de dar. Hoy había tenido tiempo hasta para aplicar la crema exfoliante en los pies y librarse de esos antiestéticos pellejos que a veces le aparecían en los talones. Cuando se empezó a vestir, el roce de la blonda de su ropa interior con su epidermis la trasportó a ensoñaciones, hasta ahora para ella, desconocidas.

INVENTAR PALABRAS:
El mensaje del móvil lo decía bien claro: "Donde siempre; cuando luciernagueen las bombillas, litronearemos hasta que empiece a lucear la mañana. Iremos embiciclados. Te esperan tus compadreros".
Luciernaguear: Encenderse. Tener luz, como las luciérnagas.
Litronear: Hacer la "litrona" con los amigos. Beber con los amigos y colegas.
Lucear: Empezar tener la luz.
Embiciclado: Montado en la bicicleta.
Compadrero: Más que compañero, compadre.

EXISTEN DOS NIVELES DE LENGUAJE: EL DESCRIPTIVO,
COMO: CAMISETA CON MANCHAS. ATASCO DE COCHES. AMANECER. DOLOR DE CABEZA. BOCA SECA. AMOR INFIEL.

Y el EXPRESIVO, Como, por ejemplo:
"No sabía cómo iba a justificar aquella camiseta llena de lamparones de barro. El viaje era corto pero parecía que todos los conductores se hubieran puesto de acuerdo para salir al tiempo a la carretera. Y además, los primeros rayos del sol hacían casi imposible la visibilidad de los que se dirigían al levante, lo que ralentizó más si cabe la marcha de los coches. Posiblemente fue el sol, o quizás que no había dormido la noche anterior, pero se encontraba francamente mal. Parecía que le iba a explotar la cabeza y su lengua que parecía de estopa reseca se le pegaba al paladar y, allí en el coche, no tenía una mala botella de agua que llevarse a la boca. Eso era lo que ella se decía, pero sabía en su interior que no era la verdad, al menos toda la verdad; la realidad es que él había estado con otra y ella lo acababa de descubrir después de espiarle toda la noche, escondida entre los setos, bajo la ventana de aquel chalet".

lunes, 9 de marzo de 2009

IV SESIÓN DE TALLER, 27 DE FEBRERO: EL LENGUAJE

Es evidente que el lenguaje es la plastilina imprescindible para construir un cuento. Doy por hecho que todos dominamos el lenguaje estándar con el que solemos comunicamos. Pero, sin embargo, escribir es algo más que comunicarse. De hecho, en todo enunciado literario siempre podríamos decir que hay dos funciones del lenguaje que debemos cuidar y separar: la meramente informativa y la expresiva. Habrá ocasiones donde prime la primera y otras muchas donde la segunda será realmente la que sobresalga y, hasta incluso, y de hecho así ocurre en las mayoría de las veces, las dos aparezcan y se complemente. Con la función expresiva es con la que consigo llenar de matices mis escritos, desarrollar un estilo propio, emocionar al lector y que empatice con mi personaje, y con la segunda es con la que consigo transmitir al lector la información necesaria para que la acción avance.
A menudo me gusta recordar que todos tenemos una imaginación que debemos cuidar para ponerla al servicio de nuestra escritura. Esto a veces asusta a la gente porque hay quien cree que no tiene una gran imaginación, incluso hay quien dice de sí mismo que no tiene imaginación ninguna. Esto es un error. La imaginación es propia del ser humano, como la risa, o la capacidad de razonar. Oí una vez a Mateo Díez hablar de que los elementos imprescindibles de la imaginación no son otros que la experiencia, la observación y la memoria que nos permita recrear esta experiencia que, no sólo, será de aquellas cosas vividas, sino también de las leídas, oídas, etc. Sin memoria no hay imaginación; y sin la observación y la experiencia nuestra memoria no se enriquece. Por otro lado, recuerda que la forma tangible de traer esa memoria al mundo de la literatura es a través del lenguaje. Aquí tenemos que tener en cuenta que cuando hablamos o escribimos, en realidad, no "describimos" el mundo de una manera totalmente objetiva, sino que lo "recreamos", es decir, le pasamos una especie de filtro que nos permite extraer de esa experiencia lo más importante y desechar lo inútil; así exageramos, adornamos, deformamos, omitimos, etc. aquellos detalles de nuestra vida que nos resultan más significativos. Nunca somos estrictamente "objetivos"; cuando hablamos, invariablemente, ya estamos mintiendo, una tarea que es bastante del agrado de un escritor.
Bien, por otro lado, hay que recordar que muchas palabras tienen dos significados: uno llamado significado connotativo que podríamos decir que es el significado objetivo, estándar de esa palabra, p.e. perro, animal mamífero... etc. Pero comparad esa misma palabras en expresiones como "vida de perro", "sentirse solo como un perro", etc. o comparad también perro frente a su femenino perra que sí que tiene unos matices diferentes. Estos matices tienen que ver con ese otro significado que poseen muchas palabras y que se suele llamar significado connotativo. Así, hay palabras que tienen connotaciones positivas, negativas, despectivas, cómicas, etc. Cuando escribamos el efecto o la expresividad que consigamos en un escrito dependerá del manejo y combinación que hagamos de estos dos significados de las palabras.
Es general, otra recomendación sobre el lenguaje en los cuentos, dado que en ellos la extensión es fundamental, es intentar ser lo más preciso posible, no caer en el adorno fácil o innecesario. Recordad aquella famosa frase "el adjetivo, cuando no ayuda, mata".

Por ultimo, ten en cuenta, si estás pensando que el lenguaje literario tiene que ser necesariamente bello, que no siempre es así. El lenguaje literario tiene que ser informativo y expresivo a la vez, pero, además, hay dos tipos de belleza: la belleza apolínea, equilibrada, proporcionada, que produce un placer estético; y la belleza dionisíaca, cuya finalidad es la de conmover, produciendo, incluso a veces, una repulsión; hay en lo feo, en lo grotesco, en lo desagradable una estética, una belleza que también tenemos que saber manejar.
El 1er. ejercicio para la sesión próxima consiste en convertir frases simplemente informativas en frases expresivas donde el lector pueda sentir más empatía con el personaje o, donde las distintas connotaciones de las palabras aporten un matiz diferente al significado general.
Ejemplo: Frase informativa: El suelo está cubierto de hojas. Frase expresiva Los hojas muertas cubrían el suelo. Fíjate que muerto introduce un matiz a la frase que podríamos describir como más triste, más nostálgico, por lo que la enriquece.
Los conceptos que tú tienes que convertir en más expresivos son:

Camiseta con manchas/amanecer/atasco de coches/ dolor de cabeza/boca seca/ amor infiel.
2º Ejercicio. Invéntate una situación donde el uso de estos sinónimos sea correcto.

P.e. Níveo, blanco, albo. No dirías "me compré un coche níveo" a no ser que quieras quedar como un pedante. Sí dices "me compré un coche blanco".

Los sinónimos que debes manejar son:

a) Níveo, blanco, albo.

b) Tragar, ingerir, comer.
c) Piel, epidermis, pellejo, cutis.
3er. ejercicio: Inventar palabras que no existan y definirlas.

P.e. lacrinómetro: Aparato que mide la cantidad de lágrimas vertidas en un llanto.


domingo, 1 de marzo de 2009

Y EL GANADOR ES...









El reto era hacer un pequeño cuento partiendo de dos conceptos. Un personaje y una circunstancia.
Yo opté por: SUPERHÉROE y PREMIO. Lo he titulado:




Y el ganador es...



Los lunes, miércoles y viernes juego al ajedrez; los martes, jueves y sábados, al golf; los domingos por la tarde veo el partido de fútbol; pero por la mañana sigo siendo el superhéroe que siempre fui.
Antes de seguir creo que debo hacer alguna aclaración. Ya estoy jubilado de la mayoría de mis actividades. Por ejemplo, yo que jugué al ajedrez con Boby Fischer, Karpov e, incluso, con José Raúl Capablanca y Graupera -a quien yo mismo bauticé con el sobrenombre de "el Mozart del ajedrez"- , ahora me tengo que conformar con jugar contra el ordenador, lo que me resulta aburrido y tedioso y hasta fastidioso a veces, sobre todo cuando esta máquina infernal me gana en algunas ocasiones.
Lo del golf es diferente, porque en eso nunca llegué a ocupar un puesto privilegiado en el ranking porque empecé a jugar ya de mayor. Hice algunos hoyos con Greg Norman, Jack Nicklaus y José María Olazabal, pero nunca llegué a ser un gran campeón, aunque en honor a la verdad debo confesar, aunque muchos no lo sepan, que yo fui quien enseño a jugar a Severiano Ballesteros. Ahora juego con la Wii de Nintendo y todavía no he encontrado a nadie que me gane.
También debéis conocer, para comprender esta historia, que los superhéroes somos inmortales. Y esto sí que es un fastidio. Yo estoy a punto de cumplir los cuatrocientos cuatro y aunque no me encuentro mal, ya he tenido que casarme ocho o diez veces, ahora no lo recuerdo bien, y llevo ya unos cincuenta célibe, porque a la hora de escoger me he vuelto demasiado exigente.
Vivo solo y dos veces a la semana viene una asistenta que lo tiene todo muy limpio; pero a lo que íbamos:
Los domingos por la mañana nos reunimos todos los superhéroes en una cafetería a contarnos nuestras batallitas. Algunos están ya muy mayores; por ejemplo Moisés - que se ha negado en redondo a cambiarse de nombre-, a menos que te descuides, te vuelve a contar cómo se las arregló para separar las aguas del Mar Rojo. A mí ya me lo lleva contado cerca de doscientas veces.
Lo de los nombres es otra cuestión. De antiguo, cada uno teníamos el nuestro y estábamos todos muy orgullosos de ellos; pero llegaron los americanos y pusieron de moda lo de “Super”, “Increíble”, “Maravilloso” y esas horteradas, que aconsejaban sus asesores de imagen, y no tuve más remedio que aceptar el de “Súper Quijano” que me aconsejó mi productor, que es el que se encarga de todo lo concerniente al marketing, que en nuestro oficio se ha vuelto imprescindible.
Como habrán deducido yo me dedicaba a “desfacer” entuertos, salvaguardar el honor de doncellas indefensas, liberar cautivos, y luchar por las causas perdidas.
Sólo hay que darse una vuelta por las noticias de los periódicos para ver a donde está llegando el mundo, desde que yo dejé mi vida activa.
Y es que los superhéroes mayores ya no actuamos y nos dedicamos sólo a organizar todos los años los premios “Yelmo de Oro” que reconocen los méritos de los que más se han distinguido en las distintas secciones.
Yo gané uno, ya hace tiempo, con mi “aventura de los molinos de viento” en la sección de “efectos especiales”, en reñida pugna con mi amigo Rodrigo Díaz de Vivar, nominado por su “batalla ganada después de muerto”. El año siguiente gané otro al mejor “guión original”, esta vez sin apenas oposición, y otro año estuve nominado en la sección de “grandes epopeyas”, pero me ganó Ulises con su “Odisea”.
Este año estoy muy ilusionado porque me van a ofrecer el “Yelmo de Oro” a la trayectoria de toda una vida. Aún hoy, en estas ocasiones, no veáis como añoro a don Miguel cuando tengo que escribir el discurso de aceptación.

sábado, 14 de febrero de 2009


TERCERA SESIÓN DE TALLER DÍA 6 DE FEBRERO DE 2009
LOS ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE CUENTO

Nunca esta mal recapitular un poco lo que se ha visto en clases anteriores y, aunque no parezca mucho, ya llevamos dos sesiones del taller y, en cierto modo, hemos pasado una etapa. Comenzamos la clase del pasado viernes viendo con un poco de perspectiva lo que habíamos hecho en el mes de enero. Las dos clases de este mes y sus correspondientes ejercicios, estuvieron destinadas a romper un poquito el hielo entre aquellos que no os conocéis demasiado y, sobre todo, a coger un poquito de confianza. Fueron unos ejercicios de los que se llaman de "desbloqueo" para demostrar que, efectivamente, las historias están ahí, en la imaginación de cada uno, y que lo único que hay que hacer es dedicarle un poquito de tiempo y un poquito de técnica (de lo que trataresmos en los próximos ejercicios) para poder escribirlas. Creo, por los estupendos resultados del último día, que los ejercicios han cumplido su función, pues los que vinisteis a la sesión del viernes trajisteis cuentos bastante ambiciosos. Eso es una señal de que vais teniendo confianza en lo que sois capaces de imaginar y de escribir.

Hecha esta pequeña introducción, voy a resumiros lo que vimos en la última clase, que más o menos consistió en hablar de los elementos fundamentales del cuento.

Por supuesto, si hay algo que caracteriza al cuento frente a, por ejemplo, la novela, es su brevedad. Esto condiciona los dos elementos más importantes del cuento, el ritmo y el personaje. En un cuento el ritmo es acelerado, agarra al lector y no lo suelta llevándolo hasta el final. Para ello, es importante captar su atención desde el principio con un comienzo que lo deje con la boca abierta. A partir de ahí, el lector debería de contener la respiración y no tomar aire hasta el final. Ya dedicamos la segunda sesión del taller a la importancia de un buen comienzo. Para conseguir este ritmo hay que ser muy preciso, seleccionar bien lo que quieres contar para que ésta sea información fundamental en el desarrollo de la historia. En los cuentos nada es accesorio, no hay ni una sola descripción, ni un sólo diálogo del que podríamos prescindir. Recuerda las famosa frase de Poe que viene a decir algo así: "Si en un cuento sale un clavo en la primera página, será porque ese clavo sirva para colgar el cadáver en la última". Ser preciso seleccinando muy bien las escenas que vas a contar, los indicios que desarrollarán el conflicto, los rasgos con los que identificarás al personaje y hasta incluso el lenguaje que vas a utilizar es una de las tareas más difíciles del cuento.

El segundo elemento que se ve condicionado por este ritmo acelerado es el personaje. Se suele decir que si en una novela la acción está al servicio del personaje, en un cuento el personaje está al servicio de la acción. Acción en un cuento tiene que ver con el desarrollo del conflicto, el problema que ha roto el equilibrio de tu personaje y que hace que éste se vea envuelto en una serie de tomas de decisiones que le lleven a la recuperación de ese equilibrio o al desastre, el suicido, la aceptación de la cruda realidad, etc. Muchas veces he leído que, en realidad, en un cuento lo único que hay que hacer es ponerle obtáculos al personaje; para ello basta con proponerle una situación para la que no le sirvan "sus herramientas habituales". ¿Está nuestro personaje preparado para asumir la pérdida de un hijo, el premio gordo de la lotería, el diagnóstico de una enfermedad terminal, el cambio de lugar de residencia, la infidelidad de su pareja, el hallazgo del amor verdadero? Eso es lo que tenemos que preguntarnos y, a continuación, someter a nuestro personajes a esas experiencias contra las que tendrá que defenderse y que, sin duda, lo transformarán. Esta es la clave con los personajes, que sufran una transformación, que adquieran una nueva herramienta, o una nueva perspectiva de la vida. Esto no quiere decir que la conclusión de nuestro cuento tenga que ser feliz. Adquirir una nueva idea de tu vida puede ser aceptar que jamás conseguirás saltar ese obstáculo. Respecto a esto, dijimos que hay que tener cuidado. Todo texto literario está supeditado a las leyes de la verosimilitud, de la credibilidad. Hay que plantear un conflicto a nuestro personaje que sea adecuado para él, que no le venga demasiado grande. Si ponemos a un funcionario gris y aburrido a salvar el planeta porque un meteorito está a punto de chocar con nostros, tendremos que hacerlo muy bien para que "nos lo creamos". El conflicto tiene que estar a la altura de nuestro personaje y la evolución, enseñanza, catarsis o expiación que sufra nuestro personaje también deberá estarlo. Claro que un hombre de negocios sin escrúpulo, violento y alcohólico puede sufrir una catarsis y convertirse en un santo, pero tendremos que tener mucho cuidado y justificarlo todo muy bien.

Como dije al principio. Esta tercera sesión está dedicada a que vayamos cogiendo un poco de técnica. Es decir, una manera de escribir, de ordenar o planificar lo que queremos contar, que sea más o menos efectiva. Para ello, propuse la siguiente plantilla de cómo construir un cuento:

1º.- Inicio (presentación del personaje con aquellos rasgos que vendrán bien para el desarrollo de la historia y que serán, en el fondo, los que originen el conflicto o lo que precisamente haga que "sus herramientas habituales" no le sirvan esta vez).

2º.- 1er. Punto de giro. Por punto de giro se entiende un cambio inesprado en el dersarrollo de los acontecimientos, que en el caso del cuento tendrá que ver con el conflicto, con el obstáculo que queramos plantear a nuestro personaje.

3º.- Nudo. Desarrollo de las acciones que nuestro personaje pone en marcha para recuperar el equilibrio, para solvertar ese problema que se le ha presentado. Aquí tendrá que ir observándose esa transformación de la que hablábamos arriba.

4º.- 2do. Punto de giro. De nuevo un cambio en el desarrollo predecible de la historia, buscando crear sorpresa en el lector.

5º.- Desenlace. Nuestro personaje soluciona el conflicto o sucumbe ante él.

Recuerda que esto es sólo una plantilla de las tantas que podemos aplicar. Hay cuentos que no tienen, a menos aparentemente, un conflicto, o que no giran en el último momento buscando "la sorpresa final", de la que hablaba Poe en sus cuentos.

Bien, para finalizar, el ejercicio para la clase del 28 de febrero consistía en buscar un personaje y proporcionarle un problema que le pusiera la vida patas arribas.

Hicimos una tormenta de ideas y nos salieron algunos personaje prototipo y un listado de acontecimientos que le cambiarían la vida a cualquiera. Tu cuento será contarnos cómo sale tu personaje (si es que sale) de ese atolladero. Estos son algunos:

Una bruja, un funcionario aburrido, dos gemelos, un profesor de instituto, un bombero, un emigrante de patera... Puedes añadir tú el que quieras.

Estos son los acontecimientos con los que tendrán que enfrentarse: Una catástrofe natural, una infidelidad, un premio de lotería, la muerte de un hijo, un cambio de residencia, un despido, etc.








martes, 10 de febrero de 2009

TERCERA SESIÓN O EL BOTE DE TOMATE

El pasado viernes tuvo lugar la tercera sesión de nuestro taller de escritura.

Mila nos trajo un nuevo ejercicio para seguir elaborando personajes. Nos explicó que la verosimilitud de los personajes debe llegar a través de los conflictos que marcan la pauta en la evolución de los cuentos. Hicimos una lluvia de ideas, por una lado personajes: desequilibrado, funcionario, superhéroe, bruja, niña consentida, gemelos de 10 años, profesor de instituto, inmigrante, verdugo, ama de casa; por otro lado, ideas que plantean el origen de un conflicto: carta de despedida, despido, infidelidad, malos resultados, catástrofe natural, enfermedad, premio, viaje, pelea, chapuzas en casa. Mila hizo la asociación de personaje y conflicto y repartió entre los presentes, mediante un sorteo, cada una de las semillas de cuento que el personaje y su conflicto representan. De modo que para la siguiente sesión deberán ver la luz nuevos cuentos basados en las siguientes ideas:

Gemelos de diez años – Despido
Bruja – Malos tratos
Profesor de instituto – Catástrofe
Superhéroe – Premio
Verdugo – Viaje
Ama de casa – Pelea
Inmigrante – Infidelidad
Desequilibrado – Carta
Niña consentida – Chapuzas en casa

Habrá nuevos personajes y conflictos para aquellos que no pudieron asistir.

A continuación se leyeron los cuentos que los participantes habían escrito utilizando los comienzos de diferentes autores que Mila nos había traído en la sesión anterior. Muchas ideas quedaron flotando entre historia e historia: que somos responsables de aquellas criaturas que creamos, que no podemos abandonarlas después de sacarlas del limbo en el que estaban esperando; que las historias que aún no están acabadas son como botes de tomate que podemos meter en la despensa para utilizarlos otro día. Asistimos a una conversación de viejos amigos, con sus silencios, sus miradas mudas y sus voces algo teatrales. Sin darnos casi cuenta llegamos a Marte en alguna de las varias oleadas que partieron de la tierra, y asistimos al exterminio de Marcianos y Terrícolas, lo cual nos recordó algunas de las cosas que actualmente pasan en estos nuestros días presentes. De la mano de Nick Casi Decapitado aprendimos a jugar con las expectativas y los puntos de giro. Conocimos a nuevos Marcianos que eran como “minúsculas gotas de vapor de agua unidas con puñales de hielo”, alguien nos trajo el recuerdo de Lolita, “anhelo que mis brazos te atraigan de nuevo”, y es que el lenguaje tiene esa capacidad evocadora, sólo hay que dejarse llevar, dejarse envolver, porque un cuento también es ritmo, y las palabras son como “caramelitos” que te llenan la boca de agua. A través de Poe llegamos a la puerta de una casa en la que había un cartel moviéndose con el viento, nos adentramos por un ambiente extraño y lúgubre, pero como todo en la vida, “cuanto más buscaba menos miedo tenía y más alegría llenaba mi corazón”, pero al mirar de frente encontramos a alguien que “tenía los ojos cerrados como tú. Eras tú”, y descubrimos de nuevo que los puntos de giro hacen renacer de nuevo una historia. De nuevo en la calle nos salieron al paso unos solitarios buzones “con el olor de los sueños perdidos” a los que alguien les llevaba “besos y caricias”, y desde el humor pasamos volando a la poesía y la ternura. Pero sin darnos mucha tregua pasó por allí la Banda del Chivo, venían de una pelea callejera, y en un momento descubrimos todo un mundo y todo un barrio con su vida y su locura; una historia que según Mila podría crecer y convertirse en una auténtica novela. Y es que a veces merece la pena “espesar argumento”, no conviene “montar una carpa y dejarla vacía”. Creo que en el mismo barrio visitamos a otra familia, la familia de la Mari, “que se pintaba muy malamente” y Saúl el Tío de Córdoba. De la mano del monólogo interior llegamos al final de la sesión, con el alma llena de retazos de otras vidas.

Espero que en la próxima sesión estemos todos y todos mantengamos la ilusión de seguir escribiendo. Nos vemos de nuevo el día 27 de febrero. Pero antes, gracias a este blog, todos tendremos la oportunidad de leer los cuentos de aquellos que no pudieron asistir el pasado 6 de febrero, los cuales, no conviene echar en saco roto, desde la Misión imposible de publicar una novela a las aventuras y desventuras del nuevo Charlie Gordon, más listo que muchos que así se creen. Espero que también los demás autores nos brinden la oportunidad de releer sus cuentos.

Para los interesados en cómo publicar una novela quizá no estaría mal que se dejaran caer el próximo sábado 14 de febrero por la Biblioteca, donde tendremos a autor y editor de la Novela "Trazo blanco sobre lienzo blanco" de Ediciones Irreverentes.

LA MISION IMPOSIBLE DE PUBLICAR UNA NOVELA O CÓMO VIAJAR A EXTREMADURA.


Para el ejercicio de la semana pasada, la profesora del taller literario nos había propuesto elegir el inicio de una novela famosa, para continuar con otra historia inventada por nosotros.
Yo, sin dudarlo, escogí ésta:


“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía, había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo…”

Mi primera intención fue añadir algún año más al siglo de soledad en el perdido Macondo, pero pensé que además de ser una reiteración, iba a ser sin duda, muchísimo peor que lo que dejó escrito Gabo, y decidí escribir mi propia historia:La he titulado:
“La misión imposible de publicar una novela o cómo viajar a Extremadura”
.

Y reza así:

"Yo de niño escribía cuentos pequeñitos.
Cuando había visita en casa, mi madre me decía:
-Anda, Manolo -a mí nunca me llamaron Manolito-, lee a esta señora ese cuento tan bonito que has escrito.
La señora por educación, no decía que se parecía demasiado a la bella durmiente o a la cenicienta, y se deshacía en elogios para mí, que procuraba desaparecer lo antes posible, porque de todos es conocida mi recalcitrante timidez.
Luego, la profesora de lengua resaltó que estaba muy bien dotado, para la literatura, claro, y me animó a seguir el bachillerato de letras.
Después, en mi vida profesional, tuve que trabajar más con números que con las letras, aunque en honor a la verdad llegué a ser especialista en las de cambio.
Cuando una multinacional compró la empresa en que trabajaba, me mandaron a mi casa con un poco menos de sueldo, pero con todo el tiempo para hacer lo que más me gustase, y entonces recordé mis antiguas aficiones.
Me apunté a un taller literario, donde la profesora me mintió cariñosamente para animarme a escribir una novela, porque me decía que los cuentos ya se me habían quedado pequeños para mi edad.
Uno que es demasiado crédulo y propenso a las adulaciones aunque sepa que son gratuitas, me afané en buscar unos personajes con enjundia y una historia interesante que contar.
Durante un periodo aproximado de nueve meses mis personajes y mi historia fueron creciendo en el útero de mi ordenador, con unos efectos similares a los que mi mujer padeció en los embarazos de mis cinco hijos.
Y no es que yo tuviese antojos, es que no había quien me aguantase. Doña Margara, la protagonista de mi historia, que era de carácter agrio, déspota y manipuladora, se apoderó de mi personalidad y todos en mi casa procuraban rehuirme para no tener que padecer mis salidas de tono, mis caprichos y mi mala uva, que no provenía, como yo pensaba, de la influencia de mi personaje, sino de la dificultad de escribir más de una página seguida de mi novela.
Cuando, por fin, di por concluida mi obra, empezó la tarea más difícil. Encontrar alguien que se prestase a leerla. Eran casi doscientas páginas y había que tener valor, o apreciarme mucho, para atreverse a embarcarse en la aventura.
Mientras tanto, iba corrigiendo el estilo, perfilando metáforas, quitando sinalefas, adaptando sinécdoques, evitando aliteraciones, dejando mi novela, en fin, más bonita que “un san luis”.
Encontré, por fin, tres aguerridos voluntarios que se “ofrecieron” a leerla. Se la envié por “e-mail” y esperé paciente su veredicto.
Tres meses después me encontré con uno de ellos que me dijo lo ocupado que estaba, pero que las diez primeras páginas que había leído hasta ahora le habían parecido “muy interesantes” y que ya me contaría cuando terminase de leerla.
Los otros dos, me enviaron un correo a los cinco meses, animándome a presentarla a un premio literario, porque decían, “tiene un depurado estilo, y un argumento que agarra al lector desde la primera a la última página”.
Yo que debía saber que todo lo que decían era mentira, porque ellos habían tardado en leerla casi cinco meses, lo cual decía muy poco de la capacidad de atracción de mi novela, me creí sus palabras y me puse a buscar en internet los premios literarios que había convocados.
Unos se habían pasado de fecha, otros eran sólo para jóvenes menores de 18 años, otro era para mujeres, los más pedían más de 250 páginas, uno exigía que el tema fuese sobre los peligros de la mar océana; pero por fin uno parecía estar convocado a mi medida:Más de 150 páginas, escrita en español, inédita, tema libre, y me dije: “Esta es la mía”.
Preparé las cinco copias escritas en folios tamaño A4, por una sola cara en letra arial de 12 puntos y doble interlineado, las mandé encuadernar con un sencillo canutillo como indicaban las bases del concurso, me inventé un seudónimo bastante ridículo y mandé el paquete de 5365 gramos de novela, al pueblo de Badajoz donde convocaban, desde hacía catorce años, un premio de novela dedicado a una escritora local que yo no conocía.
Y aquí estoy en la paciente espera de conocer el resultado del Jurado, que para más “inri” no se sabrá hasta mediados del próximo mes de junio, lo cual tiene la ventaja de que me llegaré a olvidar del asunto.
Mi mujer me ha dicho que cuando se conozca el fallo del jurado, podríamos darnos una vuelta por Extremadura para recoger los cinco ejemplares de la novela, porque en las bases del concurso se indica que las obras no premiadas no serán devueltas por correo, sino que hay que recogerlas personalmente o autorizar a otra persona para que lo haga, y las que no se retiren serán destruidas.
Mi mujer dice que así las salvaremos de la destrucción y tendremos un ejemplar para cada hijo.
Cuando volvamos de Extremadura, pensaré si publico la novela en mi blog".