
Volver a los juegos de infancia, recordar. Envejecer junto a una ventana contando miles de estrellas; pensar que estás junto a ella, en el tiempo que era tu amada.
Vivir en tiempos futuros que no llegarán, pensar que no hay distancia en el espacio que os pueda separar.
Vivir en tiempos futuros que no llegarán, pensar que no hay distancia en el espacio que os pueda separar.
Amar a varias mujeres sin engañar a ninguna; ser un hombre o una mujer a tu voluntad.
Sufrir o gozar, estar sola y soñar con paraísos poblados de valquirias y amazonas. Enamorarte de un gato, poner nombre a un colibrí, explorar el Serenguetti, pintar de rosa la aurora. Viajar al centro de su alma, poner una sonrisa en sus ojos y en su cara, serle alguna vez infiel y, aún así, poder vivir para siempre enamorada.
Fabricar otras vidas. Jugar a ser un poco dios, creando mil universos para vivir, a solas, los dos.
Poder ser feliz cuando estás en medio de la nada... eso, es escribir.
Poder ser feliz cuando estás en medio de la nada... eso, es escribir.
Y dos viernes al mes, en Chinchón, yo juego a este juego de ser escritor.