
Yo no maté a mi padre, pero a veces sentía como si hubiera contribuido a ello y, de no ser porque coincidió con un momento especifico de mi desarrollo físico, su muerte pareció insignificante, comparado con lo que después siguió.
Estaba llegando el invierno y, con él, sentía como mi piel cambiaba, como mis huesos se estiraban, como mi voz se tornaba a veces de pito, a veces dura, la pelusilla debajo de la nariz me molestaba, así como la que me llevaba incordiando en el pubis, en las axilas y… en todos sitios durante todo ese caluroso verano, ¡¡¡creo que tengo una enfermedad!!!, le dije a Miguel Prados, mi amigo desde que dejamos el chupete, Miguel se rió estruendosamente, al igual que mi padre cuando le comenté que sentía dolor en mis partes cada vez que me cruzaba con Merceditas, la del boticario.
Recorrí todo el mercadillo buscándolo, lo juro, Malena no me lo creería, pero lo hice, descubrí aquel rinconcito donde todos los que sudaban desde la ingle se reunían para compartir el último botecito diario… ufff… era bueno, esta vez creo que era mucho más bueno… ¿sería por que era la primera vez? El último botecito, según decía Mario, siempre era el mejor… sorbí, no, nooooooo, no se dice sorbí, olí, inhalé… jop, creo que algo así, Anás necesitaba oler como cinco veces para estar, yo… con una sola olida me sentí….estuve… como en el cielo, la Merceditas me besaba y Malena me quitó los calcetines, no se por qué, pero me sentía como en brazos de mi mami cuando era bebé, ¿yo fui bebé?... casi llego al “éxtasis” eso creo, según Mario llegar al éxtasis era lo más, lo incomparable… pues yo me sentía así, como si hubiera llegado a lo más alto, te juro Alicia que yo estaba bien, pero que muy bien, cuando sonó mi móvil lo cogí sabiendo que era mi madre, cosa que, ahora que pienso, si no me hubiera encontrado en la cima no lo hubiera cogido con tanta amabilidad, mi madre se empaña en jorobarme los momentos más guapos… recuerdo cuando estaba con Lucia en aquel banco… uffff, me jorobó la vieja… y tenía que ir… pero… las madres son así, pero bueno, el caso es que esta vez, mi madre no me estaba instando a volver a casa, solo lloraba… joer… lloraba y… como que me sentí débil, va y me dice: Hijo, hijo, todo entre sollozos, recoge a Mari y venir para casa, Yo nunca creí que Rafa se cargara a mi padre, tampoco se si realmente fue Rafa… aún tengo lagunas eternas de aquellas cosas, el caso es que cuando llegué a casa, arrastrando a la Mari, estaba todo lleno de gente, había curas, monjas, frailes, un tío de Córdoba que hacía millones de… je je je… iba a decir años, yo que se…. bueno, que hacía mucho tiempo que no se dejaba caer por casa, era hermano de mi padre, si… su hermano mayor… digo yo, yo no supe nunca que edad tenía mi padre, creo que tenía como 500 y pico… o algo así, mi vieja era mucho más joven, puede ser que tuviera unos 70 poco más o menos… así que el hermano mayor de mi padre debía ser pues como Matusalén… aprox.
¡¡¡Joder!!! Vaya recuerdos… lo peor vino después, una vez mi padre fue cremado en toda regla, cuando aquel señor de traje negro entregó a mi madre un jarrón de acero inoxidable del tamaño de un balón de futbol, en el cual… dijo que estaba mi padre… era casi imposible, mi padre medía casi dos metros, eso pienso ahora, entonces yo creía que media, al menos, cinco y medio, era como una armario de cuatro cuerpos, era estibador, no digo más.
Cuando mi madre llevó a casa a Saúl, pensamos que se había metido en una secta de esas del tercer, cuarto… o… ¿era el séptimo día? Lo miraba mientras comíamos como miraba la estampita del santo de los clavos que tenía en el comodín de su alcoba, que por cierto, despareció justo el primer día que él vino a desayunar, recuerdo que no escuchamos el timbre de la puerta, nos levantamos llenos de legañas y cuando llegamos a la cocina… ahí estaba, sentado en la mesa, mientras mi madre freía huevos con tocino, cosa… que ¡¡¡nunca había hecho!!! Siempre ponía la jarra de leche caliente, el cola cao, la lata de galletas, y un bote de descafeinao, y cada uno se ponía lo que quería, bueno, eso de lo que quería es un decir, como se me ocurriera echarme dos cucharadas de cola cao se ponía como si acabara el mundo, la de nombres que soltaba por la boca, bueno, pues esa mañana nos sonreía, incluso me acarició la cabeza sin darme una colleja, ¡¡¡alucinante!!! Mi madre se ha vuelto loca o ha encontrado mi botecito y ha esnifado… juerrrrrrrrr, no pude por más que salir corriendo al baño…. No, nooooooo, a vomitar no, a mirar si la vieja había encontrado mi botecito, respiré profundo al ver que no era eso, pero no podía imaginarme que el Saúl de las narices fuera la causa de sus cariños, ni que fuera millonario…
Desde aquel día mi madre no entró en mi habitación dando gritos para que me levantará, era raro, aunque ya no me impactaba nada de lo que ella hacía, todo era… tan raro, cada mañana los huevos con tocino, los cariñitos, las sonrisas… y luego… ella, toda pintada, a todas horas… aunque se pintaba mu malamente, se pintaba de morado los ojos, como si no hubiera dormido en mil años, a veces se levantaba con las gafas de sol puestas, y es que eran unas gafas de esas, a lo Pantoja, grandotas, se las compró en Benidorm cuando se fue con el Saúl un finde… eso sí, los escotes, me di cuenta, habían subido, ya no nos enseñaba casi todas las tetas en los desayunos, y se había vuelto friolera de la leche, siempre con manga larga, ufff… en pleno verano, todos en calzoncillos y casi en pelota picá y ella… como si se estuviera helando, se ponía roja… creo que le estaba entrando eso de la menopausia de las mujeres, eso que dicen que se vuelven viejas… no entiendo… mi vieja era vieja desde siempre.
Cuando Saúl no estaba, ella rezaba, se sentaba al borde de la ventana de la cocina y muy bajito rezaba, una vez la escuché algo así como “Si te lo llevaras Dios mío… “o no se qué… sí, yo continuaba pensando que el Saúl ese la había metido en una secta, y no me parecía que fuera los testigos del geoba, esos son muy tiquismiquis… parecen mariquitas todos y el Saúl más bien parecía un tío de esos de películas guarras, de esos que pegan a las mujeres para acostarse con ellas, vamos de esos que se follan a todas a base de ostias, como decía Mario, tal como mi padre, aunque mi padre la gritaba, se cabreaba, estaba siempre cabreado, con mi madre, con la Mari, conmigo, bueno… con la Mari menos, a ella de vez en cuando la daba besos; incluso se cabreaba con la vida, se cabreaba con to dios, menos con el Rafa… ¡¡¡coño!!! Ahora que pienso, si el Rafa lo mató… ¿o no fue el Rafa?, ese si que sabía, era… mecánico de coches, de la Ford o algo así, tenía un buga que daba pánico, todo tuneao… y con una música que te cagas, y mi madre siempre se reía con lo que le contaba; a veces, cuando no estaba mi padre… pero debían ser chistes guarros, por que se los contaba al oído y ella se reía y se ponía roja, pero no como ahora, entonces era de otro rojo, creo que más clarito; por cierto, el Rafa no ha vuelto a casa desde entonces, debe ser lógico… ¡si mato a mi padre… estará en la cárcel, digo yo!.
Yo no debí contar a mi padre lo de los chistes, pienso que eso fue lo que a mi padre lo mató… el era débil de corazón, eso decía mi madre mientras comíamos con Rafa, pero es que, como dice Anás, soy un bocazas… un verdadero bocazas.
Ahora… mi madre ya no ríe, al principio con el Saúl si, era como si la hubiera tocado la lotería, pero ahora… llevaba unos días que… incluso estoy pensando si es que estará con depresión, dicen que ocurre cuando llegan a la menopausia y… yo creo que mi madre está en plena menopausia… ayer fui a abrazarla y… ufff, por que me retiré a tiempo, casi me da un sopapo que me apaña… luego me pidió perdón… le dolía la espalda, me dijo, aunque yo solamente la rocé un poco el brazo.
Hoy… la Mari está sentada en la mesa, con la cuchara en la mano, no hay jarra de leche, ni cola cao, ni nada de nada, mi madre parece llevar toda la noche sentada en la ventana de la cocina, esta vez creo que está cantando… es una canción antigua, seguro, dice “se acabó, ya todo se acabó”, mala espina me da esto, el Saúl no se ha levantado aún… la Mari mira a mi madre y me mira a mi, no se por qué esta niña solo mira, creo que es muda, no recuerdo escucharla hablar, llorar sí… uuuuhhhh ¡¡¡como llora la Mari cuando se pone!!! Pero hay algo raro hoy… creo que anoche me pasé con el botecito, aunque solamente le di dos olidas… no me puse del todo, no llegué al éxtasis, lo juro. ¡¡¡Coño… la puerta!!! Nadie se mueve, vamos que voy a tener que ir yo, ¿¡¡¡policía!!!? ¿Qué?... La Mari llora desesperadamente, mi madre babea ensimismada con los cristales de la ventana de la cocina mientras comienza a sonreír como si se hubiera olido 30 botecitos seguidos, los policías toman la casa como los del equipo A, corretean y llaman por teléfono sin casi pararse… esto es como una peli del rex, y yo… uffff… pienso que aquí pasa algo muy raro, pero que muy raro.
Estaba llegando el invierno y, con él, sentía como mi piel cambiaba, como mis huesos se estiraban, como mi voz se tornaba a veces de pito, a veces dura, la pelusilla debajo de la nariz me molestaba, así como la que me llevaba incordiando en el pubis, en las axilas y… en todos sitios durante todo ese caluroso verano, ¡¡¡creo que tengo una enfermedad!!!, le dije a Miguel Prados, mi amigo desde que dejamos el chupete, Miguel se rió estruendosamente, al igual que mi padre cuando le comenté que sentía dolor en mis partes cada vez que me cruzaba con Merceditas, la del boticario.
Recorrí todo el mercadillo buscándolo, lo juro, Malena no me lo creería, pero lo hice, descubrí aquel rinconcito donde todos los que sudaban desde la ingle se reunían para compartir el último botecito diario… ufff… era bueno, esta vez creo que era mucho más bueno… ¿sería por que era la primera vez? El último botecito, según decía Mario, siempre era el mejor… sorbí, no, nooooooo, no se dice sorbí, olí, inhalé… jop, creo que algo así, Anás necesitaba oler como cinco veces para estar, yo… con una sola olida me sentí….estuve… como en el cielo, la Merceditas me besaba y Malena me quitó los calcetines, no se por qué, pero me sentía como en brazos de mi mami cuando era bebé, ¿yo fui bebé?... casi llego al “éxtasis” eso creo, según Mario llegar al éxtasis era lo más, lo incomparable… pues yo me sentía así, como si hubiera llegado a lo más alto, te juro Alicia que yo estaba bien, pero que muy bien, cuando sonó mi móvil lo cogí sabiendo que era mi madre, cosa que, ahora que pienso, si no me hubiera encontrado en la cima no lo hubiera cogido con tanta amabilidad, mi madre se empaña en jorobarme los momentos más guapos… recuerdo cuando estaba con Lucia en aquel banco… uffff, me jorobó la vieja… y tenía que ir… pero… las madres son así, pero bueno, el caso es que esta vez, mi madre no me estaba instando a volver a casa, solo lloraba… joer… lloraba y… como que me sentí débil, va y me dice: Hijo, hijo, todo entre sollozos, recoge a Mari y venir para casa, Yo nunca creí que Rafa se cargara a mi padre, tampoco se si realmente fue Rafa… aún tengo lagunas eternas de aquellas cosas, el caso es que cuando llegué a casa, arrastrando a la Mari, estaba todo lleno de gente, había curas, monjas, frailes, un tío de Córdoba que hacía millones de… je je je… iba a decir años, yo que se…. bueno, que hacía mucho tiempo que no se dejaba caer por casa, era hermano de mi padre, si… su hermano mayor… digo yo, yo no supe nunca que edad tenía mi padre, creo que tenía como 500 y pico… o algo así, mi vieja era mucho más joven, puede ser que tuviera unos 70 poco más o menos… así que el hermano mayor de mi padre debía ser pues como Matusalén… aprox.
¡¡¡Joder!!! Vaya recuerdos… lo peor vino después, una vez mi padre fue cremado en toda regla, cuando aquel señor de traje negro entregó a mi madre un jarrón de acero inoxidable del tamaño de un balón de futbol, en el cual… dijo que estaba mi padre… era casi imposible, mi padre medía casi dos metros, eso pienso ahora, entonces yo creía que media, al menos, cinco y medio, era como una armario de cuatro cuerpos, era estibador, no digo más.
Cuando mi madre llevó a casa a Saúl, pensamos que se había metido en una secta de esas del tercer, cuarto… o… ¿era el séptimo día? Lo miraba mientras comíamos como miraba la estampita del santo de los clavos que tenía en el comodín de su alcoba, que por cierto, despareció justo el primer día que él vino a desayunar, recuerdo que no escuchamos el timbre de la puerta, nos levantamos llenos de legañas y cuando llegamos a la cocina… ahí estaba, sentado en la mesa, mientras mi madre freía huevos con tocino, cosa… que ¡¡¡nunca había hecho!!! Siempre ponía la jarra de leche caliente, el cola cao, la lata de galletas, y un bote de descafeinao, y cada uno se ponía lo que quería, bueno, eso de lo que quería es un decir, como se me ocurriera echarme dos cucharadas de cola cao se ponía como si acabara el mundo, la de nombres que soltaba por la boca, bueno, pues esa mañana nos sonreía, incluso me acarició la cabeza sin darme una colleja, ¡¡¡alucinante!!! Mi madre se ha vuelto loca o ha encontrado mi botecito y ha esnifado… juerrrrrrrrr, no pude por más que salir corriendo al baño…. No, nooooooo, a vomitar no, a mirar si la vieja había encontrado mi botecito, respiré profundo al ver que no era eso, pero no podía imaginarme que el Saúl de las narices fuera la causa de sus cariños, ni que fuera millonario…
Desde aquel día mi madre no entró en mi habitación dando gritos para que me levantará, era raro, aunque ya no me impactaba nada de lo que ella hacía, todo era… tan raro, cada mañana los huevos con tocino, los cariñitos, las sonrisas… y luego… ella, toda pintada, a todas horas… aunque se pintaba mu malamente, se pintaba de morado los ojos, como si no hubiera dormido en mil años, a veces se levantaba con las gafas de sol puestas, y es que eran unas gafas de esas, a lo Pantoja, grandotas, se las compró en Benidorm cuando se fue con el Saúl un finde… eso sí, los escotes, me di cuenta, habían subido, ya no nos enseñaba casi todas las tetas en los desayunos, y se había vuelto friolera de la leche, siempre con manga larga, ufff… en pleno verano, todos en calzoncillos y casi en pelota picá y ella… como si se estuviera helando, se ponía roja… creo que le estaba entrando eso de la menopausia de las mujeres, eso que dicen que se vuelven viejas… no entiendo… mi vieja era vieja desde siempre.
Cuando Saúl no estaba, ella rezaba, se sentaba al borde de la ventana de la cocina y muy bajito rezaba, una vez la escuché algo así como “Si te lo llevaras Dios mío… “o no se qué… sí, yo continuaba pensando que el Saúl ese la había metido en una secta, y no me parecía que fuera los testigos del geoba, esos son muy tiquismiquis… parecen mariquitas todos y el Saúl más bien parecía un tío de esos de películas guarras, de esos que pegan a las mujeres para acostarse con ellas, vamos de esos que se follan a todas a base de ostias, como decía Mario, tal como mi padre, aunque mi padre la gritaba, se cabreaba, estaba siempre cabreado, con mi madre, con la Mari, conmigo, bueno… con la Mari menos, a ella de vez en cuando la daba besos; incluso se cabreaba con la vida, se cabreaba con to dios, menos con el Rafa… ¡¡¡coño!!! Ahora que pienso, si el Rafa lo mató… ¿o no fue el Rafa?, ese si que sabía, era… mecánico de coches, de la Ford o algo así, tenía un buga que daba pánico, todo tuneao… y con una música que te cagas, y mi madre siempre se reía con lo que le contaba; a veces, cuando no estaba mi padre… pero debían ser chistes guarros, por que se los contaba al oído y ella se reía y se ponía roja, pero no como ahora, entonces era de otro rojo, creo que más clarito; por cierto, el Rafa no ha vuelto a casa desde entonces, debe ser lógico… ¡si mato a mi padre… estará en la cárcel, digo yo!.
Yo no debí contar a mi padre lo de los chistes, pienso que eso fue lo que a mi padre lo mató… el era débil de corazón, eso decía mi madre mientras comíamos con Rafa, pero es que, como dice Anás, soy un bocazas… un verdadero bocazas.
Ahora… mi madre ya no ríe, al principio con el Saúl si, era como si la hubiera tocado la lotería, pero ahora… llevaba unos días que… incluso estoy pensando si es que estará con depresión, dicen que ocurre cuando llegan a la menopausia y… yo creo que mi madre está en plena menopausia… ayer fui a abrazarla y… ufff, por que me retiré a tiempo, casi me da un sopapo que me apaña… luego me pidió perdón… le dolía la espalda, me dijo, aunque yo solamente la rocé un poco el brazo.
Hoy… la Mari está sentada en la mesa, con la cuchara en la mano, no hay jarra de leche, ni cola cao, ni nada de nada, mi madre parece llevar toda la noche sentada en la ventana de la cocina, esta vez creo que está cantando… es una canción antigua, seguro, dice “se acabó, ya todo se acabó”, mala espina me da esto, el Saúl no se ha levantado aún… la Mari mira a mi madre y me mira a mi, no se por qué esta niña solo mira, creo que es muda, no recuerdo escucharla hablar, llorar sí… uuuuhhhh ¡¡¡como llora la Mari cuando se pone!!! Pero hay algo raro hoy… creo que anoche me pasé con el botecito, aunque solamente le di dos olidas… no me puse del todo, no llegué al éxtasis, lo juro. ¡¡¡Coño… la puerta!!! Nadie se mueve, vamos que voy a tener que ir yo, ¿¡¡¡policía!!!? ¿Qué?... La Mari llora desesperadamente, mi madre babea ensimismada con los cristales de la ventana de la cocina mientras comienza a sonreír como si se hubiera olido 30 botecitos seguidos, los policías toman la casa como los del equipo A, corretean y llaman por teléfono sin casi pararse… esto es como una peli del rex, y yo… uffff… pienso que aquí pasa algo muy raro, pero que muy raro.
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